Medio siglo de la guerra de las cien horas

Aquella conflagración, que el mundo erróneamente conoció como “La guerra del fútbol”, porque comenzó dos semanas después de la final de la eliminatoria para el Mundial de México 1970 entre los dos países, enfrentó a dos empobrecidas naciones con armas y municiones de la I y II Guerra Mundial.

La guerra comenzó el 14 de julio de 1969 cuando Francia conmemoraba 180 años de la toma de la Bastilla y el mundo esperaba expectante la llegada del hombre a la luna en la nave espacial Apolo XI, hecho ocurrido el día 20 del mismo mes.

Mucho ha cambiado la vida de los hondureños y salvadoreños 50 años después de la guerra, pero algunos de los problemas de entonces, como la pobreza, la injusticia y crisis sociales, siguen vigentes, como que si se hubieran congelado en el tiempo sin que la clase política de los dos países haya podido resolverlos.

Hace 50 años había protestas de maestros en Honduras. Ahora también, además de médicos y otros sectores, en contra de la privatización de la educación y la salud, según los promotores de las manifestaciones en las calles de las principales ciudades del país, de las que algunas han terminado en violencia.

Medio siglo después de la guerra, que distanció a dos países tradicionalmente unidos por vínculos familiares y el comercio, impera la armonía entre sus pueblos, pero no entre sus actuales gobernantes, Juan Orlando Hernández, de Honduras, y Nayib Bukele, de El Salvador, quien acaba de asumir el poder.

Bukele, desde que fue elegido presidente de El Salvador, marcó distancias con Hernández, a quien le ha dicho “dictador” en redes sociales y no le invitó a su toma de posesión, el 1 de junio.
Analistas y empresarios hondureños no creen que Bukele, ahora como gobernante, se siga distanciado de Hernández, quien fue reelegido en noviembre de 2017 en unos comicios generales en los que las principales fuerzas de oposición aducen que hubo “fraude”.

LA GUERRA DEBE PASAR AL OLVIDO

El conflicto bélico, que según diversas fuentes globalmente pudo dejar entre 5,000 y 6,000 muertos, en su mayoría población civil, no se debe repetir y debe pasar al olvido, han coincidido en señalar a EFE el excanciller hondureño Carlos López Contreras y el banquero y ex ministro de Hacienda Jorge Bueso Arias.

López Contreras, quien además ha sido parte del equipo de profesionales que ha llevado la defensa de Honduras en diversos juicios ante la Corte Internacional de Justicia, entre ellos el del contencioso limítrofe con El Salvador, indicó que ese “es un capítulo que debe quedar en el olvido”.

“Los dos países, los dos gobiernos y sus poblaciones deben cooperar mutuamente para robustecer su presencia en el mundo, en un mundo globalizado, de integración”, enfatizó.

El diplomático, uno de los asesores de la Cancillería hondureña, dijo que la contribución de los dos países, sus gobiernos, empresarios y sociedad civil “debe fortalecer un sentido de unidad bilateral en el marco de la integración centroamericana. De lo contrario, sería como vivir en una etapa feudal de pequeñas comunidades con poca relevancia regional e internacional”.

En su opinión, en ambos lados de la frontera común entre Honduras y El Salvador, la gente que tiene un sentido de equilibrio, está de acuerdo en que la guerra fue un hecho “antihistórico”.

“Ese fue un conflicto armado que se desarrolló en tiempos prácticamente modernos, con banderas del siglo XIX, la vocación o la voluntad de conquista territorial y con instrumentos de la I y II Guerra Mundiales”, señaló el excanciller hondureño.
El Ejército de Honduras utilizó en esa conflagración fusiles Mauser, M1 y M2 de las dos guerras mundiales, superado por el de El Salvador, que además de disponer con más armas y tropas, hizo uso del G3, entre otros, incluyendo obuses de 37, 81, 105 y 120 milímetros, según fuentes militares hondureñas.

En cuanto a la aviación, los dos países tenían, entre otros aparatos, el F4U Corsario, aunque El Salvador también poseía una flotilla de Mustang, todos ellos de la II Guerra Mundial y la Guerra de Corea. El conflicto entre hondureños y salvadoreños fue el último en el mundo en el que se utilizaron aviones de pistón y hélice.

De aquella flotilla, Honduras conserva solamente uno de sus Corsarios, en recuerdo a que su piloto, Fernando Soto, derribó uno similar y dos Mustang de la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS). El resto los vendió a una empresa cinematográfica de EE. UU. y a un coleccionista privado, señalan publicaciones locales.

MEDIACIÓN INTERNACIONAL.

Después de la guerra Honduras y El Salvador mantuvieron rotas sus relaciones durante once años, hasta que, en 1980, con la mediación del jurista internacional y ex presidente de Perú José Bustamante i Rivero, suscribieron en Lima un Tratado General de Paz.

Entonces, el canciller de El Salvador era Fidel Chávez Mena, y el de Honduras el coronel César Elvir Sierra, ex combatiente del conflicto de hace 50 años y quien en 2002 publicó el libro “El Salvador, Estados Unidos y Honduras. La gran conspiración del gobierno salvadoreño para la guerra de 1969”.

Antes de acudir a la Corte Internacional de Justicia, los dos países lograron con el Tratado General de Paz la delimitación de un 70 % de su frontera terrestre, señaló López Contreras.

Sobre el 30 % restante no hubo acuerdo en los cinco años que les fijaba el Tratado General de Paz, por lo que las dos naciones llevaron el contencioso a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que el 11 de septiembre de 1992 dictó la sentencia que definió su frontera terrestre y los límites en el Golfo de Fonseca (Pacífico), que ambos comparten con Nicaragua.

La sentencia fue recibida en el puente de El Amatillo sobre el fronterizo río Goascorán por los entonces presidentes de El Salvador, Alfredo Cristiani, y Rafael Callejas, de Honduras.

Callejas enfrenta en EE. UU. un juicio por corrupción ligado a la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).

Más de 300 kilómetros cuadrados estuvieron en disputa entre las dos naciones, que además han sido buenos socios comerciales.

La guerra de 1969 resquebrajó el Mercado Común Centroamericano (Mercomún) que Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua venían impulsando en los años 60 del siglo pasado.

EL CONFLICTO SE PUDO EVITAR.

El conflicto bélico que se produjo cuando los dos países enfrentaban problemas sociales internos, se pudo evitar, pero no hubo la suficiente voluntad, principalmente de El Salvador, según fuentes oficiales de Tegucigalpa.

Al respecto, López Contreras expresó que “se necesitaba voluntad de las dos partes” y que Honduras tenía “100 años de estar negociando instrumentos para la delimitación fronteriza con El Salvador”, país que, indicó, “tenía una política de buscar espacios territoriales, ampliar y negociar desde una posición de fuerza en territorio hondureño”.

Sobre lo que significó la guerra para Centroamérica, el analista y director del Centro de Documentación de Honduras (Cedoh), Víctor Meza, dijo a EFE que “fueron once años de interrupción de todo el proceso integracionista de la región centroamericana, fueron once años de retroceso en el crecimiento industrial, comercial y agrícola de estos países”.

“Honduras y El Salvador eran de los países económicamente más integrados dentro de la región centroamericana, aparte que, por razones de idiosincrasia nacional, son y siguen siendo los dos pueblos más parecidos en la región”, añadió.
Meza señaló que “el corte brusco del comercio con El Salvador significó la interrupción de todas las vías terrestres comerciales a través del país clave de Centroamérica en términos geoestratégicos, que es Honduras”.

La ruptura del Mercomún fue para el ex ministro de Hacienda y banquero hondureño Jorge Bueso Arias “un golpe mortal a la integración centroamericana”, en la que los cinco países del istmo habían avanzado bastante.

Bueso Arias, quien está próximo a cumplir 100 años y preside el Banco Continental, que fundó con su familia en 1951, dijo a EFE en Tegucigalpa que creyó que El Salvador no iba a agredir a Honduras y que la guerra se pudo haber evitado. En 1969 el presidente de Honduras era el general Oswaldo López Arellano, quien en 1963 había derrocado al entonces gobernante, José Ramón Villeda Morales. En El Salvador gobernaba el también general Fidel Sánchez Hernández.

Texto y fotos: EFE

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