Mario Barghomz
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La única banda que puede presumir hoy de ser longeva sin serlo en el escenario, es la de The Rolling Stones; fundada por Brian Jones y Mick Jagger en 1960. Desde entonces The Rolling Stones no han parado de grabar y actuar alrededor del mundo, sesenta años de hacer rock. Junto a The Beatles es la banda británica más icónica y representativa de la música moderna del siglo XX y lo que va de éste.
Y ya no se trata de querer o no a The Rolling Stones como algunos podrían decir o suponer, de que nos guste o no su música, puesto que para la música universal la famosa banda de Mick Jagger ha rebasado ya los estándares típicos del gusto popular más allá del valor comercial o de aceptación que mantienen vigentes a todos los demás grupos del mundo. Es algo así como esas pinturas de Picasso que aunque a muchos no les parezca ni les agrade, se cotizan en millones de dólares y su valor aumenta.
Ahora la banda ha iniciado ya una nueva gira por los Estados Unidos de América sin su batería Charlie Wats, recientemente fallecido (24 de agosto, 2021) siguiendo la dinámica que el grupo mismo ha mantenido sin sus miembros originales; Brian Jones (guitarra +1969) y Bill Wyman (bajo).
Lo extraordinario de la banda es que sigue sonando igual o mejor que antes con todos los avances tecnológicos sumados a la música en vivo; robótica, luminotecnia, audio, sonorización y la energía también enverosímil de Mick Jagger que canta y baila como si sus 78 años no lo disminuyeran o lo invalidaran, más la habilidad y virtud también, por supuesto, de sus dos guitarras: Keith Richards y Ronnie Wood que hacen que la música se vea y se escuche tan sencilla y dinámica. Eso es lo que hacen los virtuosos con las cosas que son tan complicadas para los demás.
Para aquellos jóvenes que se jactan de hablar de “viejitos”, alardeando de su juventud; The Rolling Stones son la excepción a la regla sin que ninguno más joven pueda competir con ellos, sino aprender y admirarlos. Otras bandas, por supuesto menos longevas como U2, Green Day o Coldplay sin duda reconocen la virtud y maestría de estos hombres que le han dado al mundo de la música una época y un sentido de sobrevivencia y supervivencia en el tiempo.
Solo la ignorancia más primitiva preguntaría ingenuamente quiénes son The Rolling Stones. Lo que naturalmente no justifica su gusto o sus preferencias en el entorno musical, sino su falta de cultura.
Como sea y a pesar de las ausencias y el tiempo, The Rolling Stones siguen siendo el máximo ejemplo de supervivencia y continuidad que por supuesto hermana y sostiene vigente a la banda misma y a quienes estamos pendientes de ellos, aprendiendo también de su tenacidad y ejemplo, de su longevidad y brillante carrera.
Aún sobre la pandemia que ha cundido en nuestro planeta y a pesar de lo cercano de la muerte; la resiliencia de Jagger y Richards los ha hecho superarse a sí mismos, reconstruyendo su propio legado, su propia leyenda.
Mi admiración por ellos viene desde los mismos años sesenta en donde parecía que serían sólo una banda más como tantas, salidas de Liverpool o de Londres en una época de transición cultural y económica. Y ante ellos; el surgimiento de las nuevas modas, de tantas otras bandas jóvenes y de más de una docena de nuevos estilos: metal, glam, punk, folk, progresivo, blues, psicodélico, hasta el grunge de los noventa creado por Nirvana, y luego… ¡Nada! Fusiones quizá, reagrupaciones, remasterizaciones o el surgimiento de la moda de un pop intrascendente, sólo pensado y planeado para estar un tiempo en las listas de popularidad. Pero ninguno, ¡ninguno! Por arriba de sus “satánicas majestades” que siguieron, no sin abrirse también y reinventarse a los nuevos tiempos, con su estilo, ritmo y sentido original que hasta hoy es lo que los identifica y ha hecho de ellos las estrellas que son.
¡Larga vida por siempre a The Rolling Stones!