Salvador Castell-González
Este 8 de marzo, el grito global por la equidad resuena más fuerte que nunca y se entrelaza ineludiblemente con un desafío planetario: frenar la pérdida de biodiversidad. La conexión es clara y urgente: reconocer a las mujeres no es solo un imperativo de justicia, sino la estrategia esencial para alcanzar metas ambiciosas como las del Acuerdo de Kunming-Montreal. Porque empoderar a las mujeres, guardianas ancestrales de la biodiversidad y fuerza impulsora de la sostenibilidad, es la clave para construir un futuro resiliente y salvar nuestro planeta. Intentar lograrlo sin ellas es una ilusión, un sabotaje a nuestros propios esfuerzos.
Las mujeres, poseedoras del conocimiento ancestral sobre la naturaleza, son mucho más que guardianas del pasado. En comunidades indígenas y rurales, transmiten saberes vitales para la sostenibilidad: agricultura sostenible, respeto a la naturaleza, plantas medicinales y comprensión de ecosistemas. Este conocimiento milenario, tesoro para la conservación, debe ser protegido e impulsado, pues estas mismas mujeres son también motor de cambio, liderando con soluciones innovadoras un futuro sostenible, incluso frente al impacto ambiental que sufren.
Las mujeres son motor de cambio en la sostenibilidad en múltiples frentes: como agricultoras, lideran la adopción de prácticas agroecológicas y construyen resiliencia climática, alimentando al mundo de forma sostenible; como emprendedoras, crean negocios innovadores en energías renovables, economía circular y turismo responsable, demostrando la viabilidad económica de la sostenibilidad; y como activistas, lideran movimientos por la justicia ambiental, desde la defensa de territorios indígenas hasta la lucha climática global, siendo la conciencia crítica que impulsa la acción y moviliza al mundo con su valentía y determinación.
A pesar de su inmenso poder transformador, las mujeres aún enfrentan barreras estructurales como la falta de acceso a la tierra, al crédito, a la educación y a la participación política. Estas injusticias no solo limitan su pleno potencial, sino que socavan directamente nuestra capacidad colectiva para construir un futuro sostenible. Ignorar la fuerza de las mujeres es como intentar levantar una casa sólida sin cimientos. Por ello, este 8M, elevemos nuestras voces por la igualdad, reconociendo y celebrando con fuerza su papel esencial en la defensa de la vida en la Tierra. En este futuro que buscamos, donde humanidad y naturaleza prosperen juntas, las mujeres no solo merecen un lugar, sino que necesitan ocupar el centro del escenario para liderar el camino.
¡Empoderemos a las mujeres: es la clave para salvar el planeta! Equidad de género y salud de la Tierra son inseparables, raíces que se fortalecen juntas. En esta unión está nuestra esperanza, ¡actuemos ahora por un futuro verde, justo y humano!