En octubre de 2015 David Bowie supo que no viviría para llegar a los 70 años. El Duque Blanco ya estaba listo para zarpar a otra dimensión el 10 de enero, apenas un par de días después de su onomástico. Ayer, el mundo celebró siete décadas del nacimiento del camaleón precursor de un universo musical que no conoce géneros, de la cultura pop, la extravagancia, la estética, la elegancia y lo moralmente diverso, pese a que su cuerpo y mente ya no están presentes.
La BBC estuvo detrás de la celebración con el documental David Bowie: The Last Five Years, una producción que plasmó sus últimos cinco años de vida, el drama que pudo haber vivido al enterarse que su cáncer ya era terminal, la producción de sus últimos discos The Next Day y Blackstar y del video Lazarus.
“Me enteré que en la semana que estábamos rodando (Lazarus) que a David dejarían de darle tratamiento y que su enfermedad había ganado”, recuerda Johan Renck, el director del video que se quedó como una despedida con la gran clase que sólo el londinense pudo haber planeado.
A través de los 90 minutos del documental, el realizador revela que el video nada tenía que ver con su padecimiento, sino que carga con un simbolismo bíblico, en el que Bowie se retrataba como el hombre que se iría, pero resucitaría. Un concepto que el músico planeó una semana antes de que él recibiera su diagnóstico mortal.
Tras su fallecimiento, que confirmó su hijo el cineasta Duncan Jones, el mundo le lloró. Los artistas se sumaron al luto con grandes homenajes en voces de Madonna, Elton John, Marylin Manson, Keith Urban, Nicole Kidman, Pixies, Jakob Dylan, Michael Stipe y The Flaming Lips, quienes le rindieron tributo al Duque. Nacido en Londres el 8 de enero de 1947, David Robert Jones fue el nombre que le otorgó su madre Peggy, una mesera; y su padre John, un oficinista que jamás imaginó que el pequeño sería inspiración para la evolución del rock, del pop, del arte y la moda, que en vida iba a grabar 25 discos con 140 millones de copias vendidas.
– Excélsior