Se cumplen 75 años del nacimiento del vocalista de la banda británica Queen, Freddie Mercury, que falleció hace casi tres décadas por una bronconeumonía
Su gran capacidad vocal, su talento al piano y en la composición y su puesta en escena atrayente y carismática sobre el escenario hicieron de él uno de los músicos más admirados e irrepetibles de la historia de la música. Freddie Mercury, voz y alma de la banda británica Queen, habría cumplido este 5 de septiembre 75 años.
Hace casi 30 años, una bronconeumonía asociada al sida causó su muerte, pero no acalló su voz, viva, junto a su recuerdo, en temas como “Bohemian Rapsody” o “Somebody to Love”, entre otros.
DE ZANZÍBAR A LONDRES
Antes de ser Freddie Mercury fue Farrokh Bulsara, un niño que nació en Zanzíbar el 5 de septiembre de 1946, en el seno de una familia parsi india que se había trasladado a la isla.
Al cabo de unos años, Mercury volvió a India como un tímido alumno de St. Peter’s School, un internado masculino en Panchgani, en estado de Maharashtra, entre cuyas paredes aprendió a tocar el piano y fue parte de una banda llamada The Hectics.
“Fui un niño precoz. Mis padres pensaron que un internado me haría bien y me enviaron a uno cuando tenía siete años, querida”, dijo Mercury a la periodista Caroline Coon en 1974, en una entrevista para Melody Maker, recuperada por The Guardian en 2011.
“Echo la vista atrás y creo que fue maravilloso. Aprendes a cuidar de ti mismo y me enseñó a tener responsabilidad”, añadió.
Tras acabar sus estudios en el internado, Mercury volvió a Zanzíbar pero, con la revolución de 1964, la familia decidió trasladarse a Reino Unido.
Se estableció en Feltham, al oeste de Londres y allí, Mercury acudía al Ealing Art College gracias a su faceta y talento artísticos. “Obtuve mi diploma y luego pensé que me daría una oportunidad como artista freelance. Lo intenté”, contó.
Después de algunos meses se dio cuenta de que su camino no era ese. “El interés no estaba allí. Y la música creció y creció. Finalmente dije, ‘vale, estoy corriendo el riesgo, es la música’. Soy una de esas personas que cree en hacer esas cosas que te interesan. La música es muy interesante, querida”, comentaba a la periodista.
Mercury formaba parte de una banda llamada Ibex, renombrada como Wreckage. Por su parte, Brian May, estudiante de astrofísica que tocaba la guitarra, y Tim Staffell, bajista y vocalista, habían formado un grupo.
Buscando un baterista, pusieron un anuncio reclamando uno “tipo Ginger Baker/MitchMitchell”. Roger Taylor, que estudiaba odontología, pasó la prueba. Los tres se hicieron llamar Smile.
EL NACIMIENTO DE QUEEN
Cuando Staffell, que presentó a Mercury al resto de los integrantes de Smile, decidió abandonar Smile para unirse a Humpy Bong, Mercury se unió a Taylor y May, con los que vivía, y refundaron la banda. La nueva formación se llamó Queen, que significa reina.
El nombre y el logo fueron cosa suya. “No sé, en aquel momento me resultaba extravagante”, dijo a una televisión británica cuándo le preguntaron el porqué. El nombre de la banda no fue el único que cambió en aquella época: Farrokh Bulsara se convirtió oficialmente en Freddie Mercury.
La formación cerró sus filas con la entrada de John Deacon, que tenía un máster en tecnología acústica y vibratoria y era, además, un excelente bajista. Bajo una compañía de management llamada Trident Productions, el álbum debut de Queen, homónimo, vio la luz en 1973. A este le siguieron “Queen II” y “Sheer Heart Attack”, en 1974.
Desde el escenario, Mercury conquistaba a la audiencia con su personalidad, teatralidad y carisma.
“Bueno, sobre el escenario simplemente hago clic. Para ser sincero, me es bastante fácil. No me cuesta mucho. Quiero decir, sé que suena engreído y hay muchos contratiempos y muchas tensiones y nervios, pero no tanto como antes”, dijo a Caroline Coon, “Ahora somos la cabeza de cartel, sabemos que la gente ha venido a vernos”.
En 1975 llegó la confirmación de la banda con “A Night At the Opera”. Por aquel entonces ya trabajaba con ellos su nuevo manager John Reid, que llevó también a Elton John.
“Si ese álbum no funcionaba tendríamos que desistir”, relató May en un documental de la BBC. Entre sus pistas se encontraba “Bohemian Rahsody”, una canción que, a pesar de los malos augurios de algunos directivos y de sus siete minutos que parecían insalvables para su programación en radio, se convirtió en un éxito.
Los trabajos de estudios y las actuaciones en directo se sucedieron y en la década de los años ochenta, Queen era una banda venerada con miles de seguidores que jugaba en la gran liga de tocar en estadios de fútbol llenos hasta la bandera.
El ritmo era frenético: grabaciones, giras, fiestas… “Por lo que a mí respecta, yo quiero vivir la vida al máximo y pasármelo lo mejor que pueda”, dijo Mercury en una entrevista.
La banda comenzó a acusar cierto cansancio y distanciamiento, también por las diferencias creativas, que parecieron superar tras su sobresaliente actuación en el Live Aid, dos conciertos benéficos que reunieron a diferentes artistas, celebrados en Wembley, Londres, y en Filadelfia, EEUU, en 1985.
MUERTE Y LEGADO
En 1987, Mercury descubrió, tras un análisis, que había contraído el VIH. “Mirad, probablemente ya sabéis lo que os voy a decir, sabéis qué padezco, pero no quiero hablar sobre eso… solo quiero hacer música hasta el jodido día en que me muera”, así relata May en el documental “Queen: Days of our lives” cómo Freddie les hizo conocedores de la dolencia que sufría.
Y así lo hizo hasta que su estado de salud no le permitió seguir en el estudio de grabación. En 1989 publicaron “The Miracle” y en febrero de 1991, “Innuendo”.
Cuando la enfermedad había alterado ya su aspecto físico, los rumores sobre su estado de salud se sucedían, pero no se pronunció de manera oficial al respecto hasta poco antes de fallecer.
“Tras una enorme conjetura en la prensa, deseo confirmar que he tenido un resultado positivo en la prueba de VIH y que tengo sida. Creí correcto mantener esta información en privado para proteger la privacidad de quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo sepan la verdad y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a los de todo el mundo en la lucha contra esta terrible enfermedad”, rezaba el comunicado que hizo público.
Cuando estas palabras vieron la luz, Mercury ya llevaba semanas recluido en su casa One Garden Lodge, en West Kensington, en el oeste de Londres. Alrededor de 24 horas después, el 24 de noviembre de 1991, falleció en su cama a los 45 años.
A su último manager, Jim Beach, le dijo anteriormente “puedes hacer lo que quieras con mi música, mi legado, pero nunca me hagas parecer aburrido”.
Mary Austin, su novia de juventud con la que mantuvo una estrecha amistad hasta su muerte, fue la encargada de cumplir con la última voluntad del cantante sobre qué hacer con sus restos tras la cremación.
Austin, a petición del cantante, nunca ha revelado el lugar de descanso del siempre eterno Freddie Mercury.
Texto y fotos: EFE