Salvador Castell-González
Nosotros, los humanos del siglo XXI, vivimos inmersos en un ecosistema digital, generando ambientes artificiales que nos brinden confort tecnológico, y somos cada vez más un organismo que simula ser natural.
Es tanto nuestro desapego con nuestra casa, con nuestro ambiente, que el deterioro y contaminación ambiental son un claro referente de lo poco que exigimos sea respetado.
Es importante recordar que somos organismos poco aptos para sobrevivir en la naturaleza sin el apoyo tecnológico para producir nuestro alimento, para mantener nuestra salud en buen estado, para procurar agua en nuestra casa, entre muchos otros servicios ambientales que también son un derecho humano que necesitamos para nuestro óptimo desarrollo.
Te imaginas pagar por el agua, bueno no, eso ya lo hacemos, entonces pagar por comida, bueno eso también ya lo hacemos, entonces pagar por el aire limpio y puro, que bueno todavía no lo pagamos, pero al parecer no falta mucho, en fin, el tener que pagar por tantos servicios ambientales que como decíamos son un derecho humano y que son un reflejo del poco cuidado y mal manejo que hacemos de los recursos.
Los servicios ambientales que nos da el ambiente son muchos y variados, y son absolutamente necesarios en nuestro desarrollo, el estropear al ambiente no es solo una cuestión mediática y política, es un problema real donde hoy, en nuestros días, 1 de 8 muertes a nivel mundial se debe por consecuencias del mal estado de la calidad del aire y la realidad es que las acciones globales para evitar este proceso son insuficientes.
En un ecosistema en equilibrio los recursos tienen un proceso en el cual le permite limpiar y volver a generar los recursos que necesitan los organismos como es el alimento, el agua y el oxígeno. Cuando se establece un equilibrio el crecimiento poblacional se regula principalmente por la disponibilidad de alimento, si alguno de los organismos consumidores creciera sin medida, los recursos se agotarían y el sistema corre el riesgo de colapsar. La consecuencia es un ambiente con un mal estado de salud.
Pero no solo las competencias ecológicas pueden deteriorar el estado de salud de un ecosistema, el consumo excesivo de recursos y el aporte excesivo de desechos, puede afectar también el equilibrio del ecosistema y generar un ambiente deteriorado.
Uno de los problemas más grandes en el papel ecosistémico del hombre es la sobrepoblación y la saturación poblacional en ciertas regiones. No es posible o al menos requiere mucha inversión, planeación social y deseo político que una gran urbe pueda ser un ambiente sano, ya que esta saturación poblacional genera una sobreproducción de desechos, lo que repercute en la calidad del ecosistema y la capacidad de prestar los servicios ambientales a corto plazo.
Es nuestra responsabilidad ser parte de ese cambio que nos permita asegurar en calidad y cantidad los recursos naturales y los servicios ambientales a las próximas generaciones y a nosotros mismos.