Los Sánchez Ayala: su arte y chocolate son admirados en Sinanché

Doña Rosa, junto con su esposo don Wilberth Fernando y su nuera, elabora tablillas con el que se prepara la espumosa bebida. Sus hijos se encargan de la distribución

Un ejemplo de dedicación y mucho cariño por la actividad  que desarrollan es el que nos dan los integrantes de la familia Sánchez Ayala, que en la población de Sinanché es muy apreciada.

Llegamos hasta el domicilio de doña Rosa, en la calle 16 por 21, recomendados para adquirir unas tablillas de chocolate, que ella prepara y vende con la ayuda de sus hijos Fernando y Amira, quienes son los encargados de distribuir esta delicia tanto en poblaciones circunvecinas como en Mérida y hasta de hacer los envíos a otras partes de la Península.

—En estos tiempos de finados se está vendiendo mucho mi chocolate que preparo con ayuda de ni nuera Fátima y hasta de mi esposo Wilbert Fernando, comenzamos a las 10 y media de la noche y terninamos después de la una de la mañana para que no le afecte el calor —dijo la anfitriona, quien por cierto con mucho gusto recuerda la visita del gobernador Mauricio Vila Dosal a Sinanché.

La entrevistada indicó que en estos tiempos de finados se está vendiendo mucho mi chocolate que preparo con ayuda de ni nuera Fátima y hasta de mi esposo Wilbert Fernando.

—Probó mi chocolate y llevó algunas tablillas y sacó en los periódicos que le gustó mucho a su familia, eso es algo que recuerdo con mucho cariño —indicó esta abuelita que tiene ya 80 años de edad y que está próxima a cumplir 60 años de matrimonio con Wilbert Fernando, quien lamentablemente se encontraba fuera de casa al momento de nuestra visita.

—Nos casamos un 17 de diciembre y tuvimos cuatro hijos, Dulce María, Alma Rosa, Fernando y Amira quien por cierto nos regaló a nuestro segundo bisnieto, Luis Mario, que nació hace un año, justo el 17 de diciembre —indicó.

—El papá de este nené es el reconocido artista Mario Quiñones, quien por la pandemia, después de vivir en Mérida una década, el año pasado decidió regresar a radicar de nueva cuenta a su tierra natal, donde montó su estudio y taller en el que ademas de cuadros al óleo realiza hermosos trabajos sobre sombreros, en los lecs para guardar tortillas, guitarras y donde usted no se imagina —señaló.

Y decimos esto porque la fachada de su predio sobre la calle 24 es imperdible por el hermoso mural que lo engalana, y de la misma manera luce hasta el baño, cubierto se bellas imágenes con motivos regionales que se plasman hasta en los techos.

El trabajo de Mario se complementa a la perfección con el de su esposa Amira que elabora unos bolsos de mano que son decorados a mano por el artista. Todos estas artesanías se envían desde Sinanché hasta Los Cabos y Mazatlán, además de Cancún, Cozumel, Isla Mujeres y, por supuesto, Izamal y Valladolid.

Texto y fotos: Manuel Pool

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