Esta época es oro para las panaderías, que desde temprano en el día empiezan a circular en todas las calles para ofrecer los acostumbrados bocadillos
OXKUTZCAB.- Como es costumbre, desde temprano en la mañana las motos adaptadas como auténticas panaderías rodantes empezaron a circular en todas las calles de la ciudad de Oxkutzcab para ofrecer el tradicional pan de muerto, así como el pan de elote, la pata, la concha y la hojaldra.
Un gran aliado que le está dando una bocanada de oxígeno a los panaderos locales son las celebraciones del Hanal Pixan, hasta el factor climático ha sido un buen aliado debido al paso del frente frío número 9 que hizo descender la temperatura este fin de semana y alentó el consumo del pan.
La celebración en honor de los fieles difuntos es una tradición que estimula el consumo, la presentación de panes acompañados de chocolate es lo que no puede faltar en un altar, sobre todo porque la creencia señala que las ánimas disfrutan de estos alimentos por el aroma generado.
En tierras yucatecas, la creencia es que las ánimas dejan el mundo espiritual y descienden a la Tierra para recibir ofrendas de sus familiares con vida en el mundo terrenal.
La dualidad del mundo de lo terrenal y del inframundo, el dominio del dios de la muerte, conocido por los mayas como Ah Puch o Cimí, el sincretismo de la cosmovisión maya mezclado con los elementos del cristianismo que trajeron los conquistadores españoles, enriquecen la cultura de la tierra del Mayab.
Por lo tanto, los panaderos esperan que la llegada de los frentes fríos siga estimulando el consumo del producto. Los precios varían de acuerdo con el tamaño del pan, los medianos se vendieron de 10 a 12 pesos, y los panes grandes de 20 hasta 30 pesos por pieza.
Cabe destacar que por el covid-19, los panaderos están atravesando por una situación difícil debido al alza constante del precio de las materias primas que utilizan y la mayoría, a pesar de tener esos factores en contra, han mantenido un precio relativamente estable y accesible al público.
Texto y foto: Bernardino Paz Celis