Sobre la esperanza

Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com

La esperanza es un término o concepto que hace referencia a la espera, a lo que puede o está por venir. La esperanza es algo que sin duda fortalece el espíritu de un alma atribulada, de aquél que yace enfermo o a la espera de mejores tiempos. Se recurre a ella cuando el dolor y la realidad de lo posible han superado nuestras expectativas.

En su relación con la fe, la esperanza se une a la confianza, a la certeza de la espera en Dios. La tragedia, el temor y la desilusión suelen ser sus peores enemigos, de tal manera que un alma vacía o atormentada sin la suficiente fe ni paciencia, será siempre ajena de su gracia.

El suicidio es un ejemplo patético de ausencia de esperanza. Para el suicida no existe un tiempo después. Él mismo ha borrado de su mente toda posible oportunidad. Su castigo es morir sin esperanza… Sin fe. Sin la posibilidad última de la asistencia de Dios.

Es interesante como Víctor Frankl se refiere a la esperanza en la “Logoterapia” (su propio sistema de psicoterapia clínica). Utiliza el término como sentido de vida y orientación. Sin esperanza no habrá vida después -dice-. Se necesita la esperanza para poder sobrevivir.

Recordemos que Víctor Frankl estuvo prisionero en varios campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Todos los días, durante tres años, vivió amenazado de muerte. Pero fue la esperanza quien le dio a Frankl fortaleza y propósito ante el sufrimiento, su tragedia y su angustia existencial. La desesperanza (o desesperación) no ayuda porque sería prácticamente un simple sufrimiento sin propósito.

Mantenerse con esperanza en medio de la tragedia y el dolor, ayudará a mantener el sentido de vida. Asimismo, es también una cuestión de responsabilidad, actitud y decisión. Porque aunque esté abatido, nuestro espíritu seguirá conservando su libertad para elegir. ¡Y toda esperanza será siempre una elección!

En el mito griego de Pandora, al que en otras ocasiones ya me he referido, Zeus desafía a los hombres mandando desde el Olimpo a Pandora para castigarlos. Esta mujer, de belleza y sensualidad extraordinarias (creación de Vulcano) será la primera mujer en la Tierra que vean los hombres.

Pero Pandora no solamente es bella y astuta, sino que su encanto lleva consigo (por encargo de Zeus) todos los males del mundo: enfermedad, miseria, guerra, dolor, muerte… Pero también entre todos ellos, hay algo que Zeus, en su amor por los hombres (porque no es un dios malo, sino el padre de la raza humana), decidió considerar para darles una última oportunidad; ¡la esperanza!

Por ello que la esperanza se encuentre a nivel humano, en aquello que puede ser la posibilidad última de una vida malograda o un destino adverso o equivocado. La esperanza será siempre, en este sentido, el día de mañana, el futuro aun posible de mejores tiempos. Quizá por ello Zeus la colocó debajo de todas las calamidades.

En lo particular me gusta pensar en la esperanza como virtud de la paciencia, la calma, la serenidad. Después de un crudo y frío invierno, siempre vendrá la primavera. La noche siempre terminará cuando despunte el día. No hay dolor que dure tanto, ni tragedia que no termine. (Ni las de William Shakespeare).

Si el castigo es severo, como quiso Zeus al mandar a Pandora al mundo, tampoco se olvidó de darnos una oportunidad. Se trata entonces de ver que nuestro sufrimiento tenga un sentido, como dice Víctor Frankl. Un sufrimiento que nos enseñe y nos haga más fuertes, que no nos asuste ni nos mate. 

Contraria también a la ilusión, la esperanza no se deriva de la fantasía, sino de la realidad misma del mundo, del hecho que nos lastima o nos atormenta. Y saber esperar es saber estar quietos. Aunque la quietud y la paciencia son virtudes que se adquieren, se cultivan y se aprenden.

¡Aprendamos a esperar!