Ángel Canul Escalante
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La oleada de autoayuda en la literatura ha reflejado en las últimas décadas el imperativo social que el neoliberalismo utiliza para explotar la libertad: el “tú puedes”. Este imperativo sustituyó al “tú debes” de forma que se convierte en una especie de mandato que cada persona se dedique a explotar al máximo sus capacidades e incluso su vida misma.
En aras de incrementar la productividad, muchas de las necesidades del ser humano pasan a segundo plano y el trabajo se convierte en el eje rector de nuestras vidas. Ante la libertad de siempre “poder más” no se le contrapone un espacio de detenimiento para la contemplación y un descanso reparador que ponga en duda si tiene sentido la vida hiperactiva que caracteriza al individuo promedio. Incluso la precarización de todos los ámbitos de la vida imposibilita darse ese espacio.
Que nuestro tiempo de ocio y reposo se haya incorporado a la vida activa es propio de nuestra época. Sin embargo, los seres humanos aún nos vemos limitados de forma física y mental, ante lo cual el cuerpo y la mente siempre expresan advertencias de su agotamiento, de ahí que las enfermedades mentales en un régimen que incita a explotar la libertad de ser y hacer más, se hagan más presentes.
Es urgente recuperar la capacidad del ser humano de detenerse, saber que el único que se beneficia de una sociedad hiperproductiva es el capital. No es casualidad que hoy queramos hacer miles de cosas en nuestra vida aun cuando no vayamos a concretar ni la mitad.