La era de la ebullición global

Ángel Canul Escalante
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Un evento ocurrió el año pasado del cual pocos aún tienen memoria. Un científico de la NASA llamado Pedro Kalmus fue arrestado por protestar ante la inacción a raíz de las alertas de grupos enteros de científicos sobre el cambio climático en el planeta. Dicha manifestación se realizó en la ciudad de Los Ángeles. Él junto con otros investigadores se encadenaron frente a las oficinas de Chese Bank, uno de los bancos señalados de realizar millonarios financiamientos de proyectos que utilizan combustibles fósiles. En su pronunciamiento, Kalmus advirtió “Nos estamos acercando a una catástrofe […} Vamos a perderlo todo.”

Hoy, a poco más de un año de ese suceso, a nivel mundial, las altas temperaturas siguen rompiendo récords, los bosques arden, las personas son desplazadas por los desastres naturales y los glaciares se derriten.

Las advertencias que han sido ignoradas por años nos han pasado factura estos últimos meses. Julio del año 2023 ya es considerado el mes más caluroso desde que la humanidad lleva registro.

Sin embargo, ya hemos dejado atrás esos tiempos y ahora seremos testigos de ver cómo el mundo arde, literalmente. Hace unos días, el secretario general de Naciones Unidas anunció el fin del calentamiento global para dar inicio a lo que denominó la era de la ebullición global. “El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y esto es sólo el principio”, dijo al respecto.

Lo que Kalmus en su momento denunció no ha repercutido tanto social como políticamente. Vemos un claro desinterés por regular la actividad industrial que provoca el aumento de los gases de efecto invernadero en el planeta y que se dedica a sobreexplotar los recursos naturales, mientras que socialmente nos han convencido que nuestras acciones hiperindividuales son las que darán marcha atrás al desastre medioambiental. Incluso, en la grabación que se realizó en la manifestación de Los Ángeles no se hallaba una gran cantidad personas, una horda organizada, sino solo unos cuantos individuos, lo que parece un absurdo ante la gravedad del asunto. Hoy en día tampoco hemos presenciado una gran masa protestante que exija y obligue a las autoridades medidas contundentes.

Poco o nada quedará por hacer y todos nuestros esfuerzos se volverán inútiles si como humanidad seguimos por esta misma ruta. Tenemos la responsabilidad como especie de salvar el único lugar que habitamos. Nos estamos jugando nuestra propia existencia y la de todos los seres vivos.