Otra oportunidad para Acapulco

Carlos Hornelas
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El gobierno federal tiene todo un reto para rescatar Acapulco. En la conferencia mañanera del martes el presidente prometió restaurar el puerto para diciembre de este año. La tarea se antoja titánica, si se compara con los pronósticos más optimistas de los empresarios que señalan un plazo de hasta dos años. “En diciembre vamos a estar terminando con lo público, pero la rehabilitación de hoteles llevará más tiempo. Queremos que para la Navidad sea distinto, que no sea una amarga Navidad”, añadió.

El puerto, que es la ciudad emblemática del Estado de Guerrero, vive alrededor del turismo y aunque en fechas recientes la cantidad de visitantes había disminuido, es la principal ocupación de sus habitantes. Sin embargo, con la devastación ¿quién va a visitarlo? ¿A qué se dedicarán quienes hoy ven en ruinas sus centros de trabajo? Tal vez una opción pueda ser emplearlos a ellos mismos en las labores de reconstrucción, lo cual podría impulsar tanto su sentido de pertenencia como reemplazar momentáneamente su fuente de ingreso, en lo que todo vuelve a la normalidad.

Seguramente las empresas que sufrieron tantos daños materiales habrán contratado, como medida de precaución básica al establecerse frente a la costa, un buen seguro que ahora pueda garantizar que la restauración y operación de los negocios pueda llevarse sin contratiempos.

En contraste, parece que la gran mayoría de damnificados no cuenta con esta ventaja, lo cual ralentizará el reacondicionamiento de sus viviendas y la reconstitución de lo perdido durante el meteoro.

La refrigeración y el aire acondicionado, o por lo menos un ventilador, es verdaderamente indispensable en aquel lugar cuyas temperaturas pueden no solamente incomodar a quienes viven allí, sino que posibilitan la rápida descomposición de alimentos o de desechos de todo tipo. Se decía que incluso en las funerarias se sufría por la falta de condiciones mínimas que posibiliten la higiene requerida para operar.

Acapulco, que es un polo de desarrollo, se destaca del resto del Estado. Poca información hemos recibido acerca de las condiciones de zonas más allá del puerto. Esos lugares lejanos de la mano de Dios en los que uno no quiere imaginarse las condiciones en las cuales quedaron, cuando en contraste se comparan las imágenes del puerto. ¿Tendrán luz? ¿Les llegarán allá también los víveres?

En el 2017 una catástrofe distinta, un sismo, afectó sobre todo al Estado de Oaxaca y a la CDMX. En un principio la ayuda y la preocupación eran un foco que llamaban la atención de los medios de comunicación y en cuyos titulares podíamos ver la evolución de las labores de reconstrucción en uno y otro lugar. A medida que iban pasando los días, el drama humano real iba siendo sustituido por otras novedades que ocupaban el espacio privilegiado de la información y con ello el desinterés de las propias autoridades por atender a los damnificados.

Hasta la fecha, tanto en Oaxaca como en la CDMX hay muchas tareas de reconstrucción pendiente y sectores de damnificados que lejos de ser sepultados por el sismo, lo han sido por el olvido, tanto de los medios de comunicación como de las autoridades gubernamentales. Cierto es que ha habido una entrega de estafeta a la administración posterior, pero si la tarea esencial de todo gobierno es el servicio a los ciudadanos, es una necedad endosar responsabilidades a quienes hayan antecedido a su llegada y no ocuparse de las necesidades y demandas de los ciudadanos que no han cambiado de circunstancia.

Con las elecciones en puerta y en el ocaso de su gobierno, se abre una nueva oportunidad para demostrar si el tamaño de esta administración está a la altura de las demandas del pueblo bueno y se tienen las condiciones para gobernar y administrar o bien, resulta igual o peor que sus antecesores.