Lorenza es un nombre que emana carácter, y además es cervantino. Y los cervantinos son nombres únicos. Lorenza vivió hace muchos años, muchos, en San Agustín de Guadalix, y respiraba el aire de la tierra, las tardes del campo, fue feliz en la dureza de aquella vida sana y pura, y andaba entre toros con normalidad y emoción. Cuántas cosas contaría Lorenza si estuviera viva… Con esa media sonrisa dulce de todas las ancianas, cuántos recuerdos poseería, cuántas cosas!
Las cosas las contaba la niña, bisnieta de Lorenza, que había llevado a la escuela una hermosa fotografía taurina en blanco y negro hecha por el magistral Cano. Reflejaba la cartulina aquella la bondad de Lorenza, que convidaba a las tientas a las gentes del pueblo, que tanto las gozaban. Reflejaba, la cartulina, el toro, la bravura, la ilusión… La verdad! Tanto duende en esos retazos de vida inmortalizada, tantas expresiones, pedazos de momentos que se llevó el tiempo…
A Patricia le encantaba, en su infancia estupenda, hablar a sus compañeros de estudio y juegos cosas de los bureles, de su embestida, de su nobleza… Cosas que le enseñaba su padre, y que sin duda le hubiera enseñado Lorenza de haber vivido. Patricia, en su inocencia, ignoraba que papá faltaría llegado un día, y que muchos días después habría gente que despreciaría lo que aquella fotografía representaba: lo nuestro, la tradición, la entrega, la esperanza… Bendita inocencia!
“Benditas Lorenzas”: transmisoras de lo nuestro, lo que amamos…
Dedicado a Paty, y a su padre
Dedicado a cada mayor, son joyas
Dedicado a mi amigo Julián, hoy cumple 30 pero él piensa que tiene 300
Dedicado a los ganaderos
Dedicado al niño Luis