Prestadores de servicios de Maxcanú se organizaron y comenzaron a plantear sus proyectos de turismo para recibir a los visitantes
Desde principios del siglo XX, específicamente desde el año de 1902, el ferrocarril ha formado parte de la vida de Maxcanú, una Villa ubicada a 60 km de Mérida, famosa por sus jícamas, y que ahora con la llegada del Tren Maya, busca vivir un nuevo auge en materia de turismo y servicios.
Y aunque a nivel municipal no se cuentra con una oficina especializada en estos temas, los prestadores de servicios de la localidad tomaron la iniciativa de crear la página de Facebook “Proyectos y servicios Turísticos de la Estación Tren Maya de Maxcanú”, en la que comparten valiosa información acerca de los atractivos turísticos con los que se cuenta en el municipio, lo que incluye aspectos relacionados con las grutas de Oxkintoc y la Ruta Puuc, así como la variada oferta en materia de servicios tanto de hospedaje como de traslado y de alimentos.
Uno de los integrantes de este grupo, Adolfo Rodríguez Canto, propietario de Casa Rural, que ofrece una interesante opción de hospedaje en un predio que cuenta hasta con jardín botánico y una galería de arte, es uno de los organizadores del grupo, y comentó que una vez que el Tren Maya se hizo realidad, varios de sus compañeros comenzaron a plantear sus proyectos de turismo como es el caso de un grupo de mujeres dedicadas a la meliponicultura qué ofrecen recorridos en sus instalaciones
“Nosotros justificamos la estación de Maxcanú como un punto estratégico para llegar a centros de interés como la Ruta Puuc, y también como una puerta de entrada al mar, esto porque contamos con una carretera que conduce a Celestún, pero nos encontramos que teníamos que resolver el tema de la transportación, y el viernes pasado tuvimos una primera reunión para plantear arte alternativas de solución”, destacó.
Así es que en la actualidad, a través de esta red de prestadores de servicios, es posible solicitar desde un mototaxi o un vehículo para prestar el servicio con tarifas definidas y a la mayor brevedad posible.
La estación se ubica a 6 km de la población, en el lugar donde a partir de 1950, pasaba el tren con rumbo a México y que mucha gente utilizaba para transportar sus cosechas e inclusive viajar a la Ciudad de México para estudiar o trabajar. Anteriormente la primera estación con la que se contó se ubicaba en el centro de Maxcanú, en donde ahora se encuentra un edificio del DIF.
“Aunque en su momento la estación quedó en desuso, la cultura y tradiciones en torno a los trenes nunca se perdió y una muestra de esto es que como parte de las festividades religiosas en honor a San Miguel Arcángel, el patrono del pueblo, hay un gremio de ferrocarrileros y ahora con la Estación Maxcanú del Tren Maya de nueva cuenta el tren será parte fundamental de la vida cotidiana de Maxcanú”, dice convencido don Adolfo, quien ya recibió a sus primeros huéspedes que llegaron en este moderno medio de transporte.
“Tenemos muchos sitios de interés que se pueden visitar como la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel que se encuentra en un sitio que atraviesa el meridiano 90, y donde también hay un reloj de sol, que es al parecer el único que existe en Yucatán”, dice Rodríguez Canto, quien nos invita a no dejar de disfrutar de la sabrosa cochinita pibil y otros antojitos que diariamente se expenden en el mercado, lugar en el que se encuentra la refresquería del “Abuelo Cheto”, donde se pueden disfrutar de las famosas “Pachangas”, que son similares a una champola nada más que en lugar de acompañar al helado con la leche se le pone yogurt.
El Tren Maya, que viene desde Mérida, pasa a las 10:30 de la mañana y a la 1:30 de la tarde; el que viene de Campeche pasa a las ocho de la mañana y luego a las siete de la noche, así es que son cuatro las posibilidades de recibir visitantes por este medio.
Así es que si usted aún no ha viajado en el Tren Maya y no cuenta con los recursos suficientes para hacer un viaje completo hasta Palenque o Cancún, viajar de Mérida a Maxcanú es una buena opción en esta Semana de Pascua.
Texto y fotos: Manuel Pool