El Gremio Católico de Panaderos celebró 131 años de su fundación y, como es costumbre, en medio de un ambiente de fiesta, al finalizar la misa que ofició monseñor Joaquín Vázquez Ávila, nieto del fundador del gremio, comenzó la repartición de pan a las y los asistentes.
Niños con el mandil y el clásico gorrito de panadero y hasta el clásico ‘globo” de pan no faltaron en esta fiesta en honor al Cristo de las Ampollas, a quien vinieron a agradecerle por los favores recibidos y también encomendarle sus negocios, su familia y su trabajo con amor, fe y devoción.
Perla Andrade, presidenta de este gremio, que es uno de los más antiguos de los 20 con que cuenta la santa iglesia catedral, comentó que para hacer esto posible se contó con el apoyo de la familia panadera integrada por 50 dueños de establecimientos y una decena de proveedores que aportaron recursos para los dos días de fiesta.
El pasado 12 de octubre fue el día del panadero y es el día en el que este gremio ingresó a la catedral después de recibir la bendición del párroco, y por la noche se organizó en el atrio una serenata en honor al santo Cristo de las Ampollas en las que se baila jarana, pero también en este año se incluyó la actuación del ballet folclórico juvenil y titular del Ayuntamiento de Mérida que presentaron estampas de Jalisco y Chihuahua.
Por supuesto que el mariachi no faltó ni tampoco los voladores y demás pirotecnia con la que manifestaron la alegría de estar un año más agradeciendo al Cristo por tanto amor recibido, y vaya que se notó en la sonrisa de las y los asistentes que bailaron, cantaron y disfrutaron del momento.
El pasado 13 de octubre, Perla y su familia se dieron a la tarea de recibir a los invitados especiales, entre ellos amigos y dueños de panadería que trajeron a sus hijos, a sus nietos y hasta a sus bisnietos, que tienen la esperanza de que continúen con este legado y que a futuro sean también parte importante en la organización del gremio al Santo Cristo de las Ampollas.
Al finalizar la misa, las y los participantes con sus estandartes y banderas recorrieron los alrededores del recinto para finalmente hacer la entrega de los panes que se ofrendaron al público que recibió entre tres y cuatro piezas en bolsitas que elaboraron las distintas panaderías participantes.
Este acto de repartir el pan, simboliza también una manera de agradecer a Dios por todas las gracias recibidas en el año.
Durante su homilía monseñor Vázquez Ávila recordó que en su juventud también laboró en una panadería e hizo énfasis en la calidad que deben tener los ingredientes o insumos con los que se prepara un buen pan.
De la misma manera, dijo que con ese mismo amor se debe tener presente a Dios, no solamente en ocasiones especiales como en ese día de fiesta para el gremio, sino en todo momento y lugar, en el trabajo, la escuela y, por supuesto, en familia.
Texto y foto: Manuel Pool




