Mario Barghomz
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Al parecer hoy Byung Chul Han le ha devuelto el alma a la filosofía, esa que había venido perdiendo desde finales del siglo anterior y principios del nuevo milenio. Han vuelve a ponerla en la palabra del mundo, reconociéndola y enfatizándola a través de su propia voz para ser escuchada, atendida y leída.
La escritura filosófica de Han es como la de un “tábano” (lo ha dicho él mismo) que increpa e incomoda, que juzga y señala el cansancio de una sociedad bajo la severidad de una crítica que, como la de Sócrates, conlleva una mayéutica que pretende guiar y enseñar. Han ilustra con una contención filosófica parecida al del poema haikú, sin que su brevedad (hablo de la brevedad de sus libros) omita la profundidad de un pensamiento que acierta tanto en su periferia como en lo que hay dentro de la causa. Su estilo también es muy parecido al de Marco Aurelio, de una lucidez y filosofía livianas que no cansan sino invitan a la reflexión.
El viernes pasado 24 de octubre; la corona española lo distinguió con el premio “Princesa de Asturias 2025” en el área de Comunicación y Humanidades, por la lucidez y brillantez de sus juicios, su reflexión y crítica, según el laudo.
De origen surcoreano, radicado en Alemania, escritor, teólogo y doctor en filosofía; Han es heredero del pensamiento de Hegel y Heidegger (sobre el que hizo su tesis), a los que cita en su libro “La sociedad del cansancio” para referirse a lo que el Ser (hombre – “dasein”) era antes de caer en la trampa de una libertad falsa (una falacia con apariencia de verdad) de la que se cree depositario.
En “No cosas”, el primer libro que yo leí de él; Han se refiere a un mundo que paulatinamente desaparece para ser sustituido por una nada de la que hoy sólo dependemos como “infonautas”, sujetos al mercado de producción y consumo de un capitalismo neoliberal que hoy parece gobernarlo todo. “El orden terreno -dice- está siendo hoy sustituido por el orden digital que desnaturaliza las cosas del mundo para “informatizarlas”… Es la información, no las cosas, la que determina el mundo en que vivimos. Ya no habitamos la tierra y el cielo, sino Google Ehart y la Nube.
Han en cada uno de sus libros que suman alrededor de una treintena, se resta y se suma a una tarea prometeica que su misma filosofía y la manera como la ejerce, lo salva a él mismo de lo que juzga y nos advierte. Vivimos en medio de una sociedad (lo interpreto) ensimismada bajo el peso de los nuevos modelos de producción (el consumismo sin tregua), sin darnos cuenta de una esclavitud tomada por propia cuenta; dependientes y adictos del Smartphone (phono-homo) que ha dejado de ser una herramienta para convertirse en nuestro amo.
Los lectores de Han se cuentan por miles, sobre todo el de los nuevos milenial que parecen entenderlo siendo ellos mismos el centro de su crítica. Porque cuando Han habla de un futuro que seguramente dominará la IA, es esta generación del presente la que asumirá los riesgos.
Nuevo faro de la filosofía, tábano y rockstar (como ya dije antes); Han nos ha devuelto el espíritu de una filosofía que vuelve a tomar importancia y frescura, tono y voz para hacerla presente y quizá regresarla a los ámbitos académicos, a la crítica audaz de nuevos libros y el quehacer cotidiano y constante de tenerla siempre presente para examinar nuestra vida y el tiempo en que vivimos, para darnos cuenta y actuemos en consecuencia.




