Ir a Xmatkuil permite conocer el medio rural

Diferentes caminos y vehículos llevan a la Feria Yucatán en Xmatkuil. La forma más económica, de $14 a $28 por persona, es el transporte colectivo, una experiencia que permite conocer la Mérida rural y descubrir ese sur que tanto se habla y muy poco se conoce.

Independientemente de la unidad que se aborde, en  el paradero de la calle 69 entre 60 y 62 se forma un cuello de botella  por los visitantes que prefieren llegar al recinto ferial sentado y no parado.

Otros prefieren la segunda opción por aquello de que “la espera desespera”. Mientras uno espera la llegada de otra unidad,  hay diversas formas de matar el tiempo. Si se acude solo, puede aislarse con el reproductor de Mp3, navegar en líneas de un libro o iniciar la plática.

La mayoría de los adolescentes decide tomarse los autorretratos, borrarlos y volver a capturar la imagen, pues la feria está ahí y se supone sacaron el tiempo para acudir y disfrutarla sin prisa.

Las largas filas, que en ocasiones pareciesen kilométricas, son oportunidades para hacer negocios, pues hay vendedores de chicharrones, golosinas, bolis, botellas de agua, refrescos y otras botanas.

Ya en el camión, el clima se arma de acuerdo al gusto musical del chofer. Generalmente son canciones al ritmo de banda, con intervenciones de locutoras gritonas y con voces desquiciantes, lo que hace extrañar la época cuando las radiodifusoras emitían canciones de cumbia u otros ritmos tropicales más cercanos a la idiosincrasia local. También hay choferes que sintonizan aquellas canciones románticas o somníferas como el repertorio de Luis Miguel. Rara vez hay  microbuseros con alma metalera, uno que otro joven,  o popera; sin embargo, el que estaba en turno dejó que el sonido del silencio invadiera la unidad. Ya en el sur, las calles, desconocidas. En algunas casas aún se observan frondosos árboles. Cuando uno pasa el puente del periférico, la feria se siente más cerca.

Al pasar varios metros el panorama es el mismo. Árboles frondosos, alguna que otra casa y la Facultad de Medicina Veterinaria.

El camión sigue su camino, por ahí hay puestos de comida y otras baratijas, que anteriormente no estaban.

Cuando uno creía llegar al final del recorrido se encuentra con la ex Hacienda, hoy sede del Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) No. 13 y el eterno puesto de Coca Cola, en donde se vende unas deliciosas empanadas y polcanes.

Una vuelta más da el chofer y el camino sigue para encontrarse los primeros autobuses de excursionistas y llegar al recinto ferial, a donde uno ingresa para disfrutar lo que será una tarde de otoño.

— Irbin Flores Palomino

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