Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
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Recuerdo hace seis años cuando platicaba con algunos amigos sobre las personas propuestas para algunos cargos que el presidente electo había anunciado y lo recuerdo muy bien porque yo, como seguramente muchas personas más, estaba emocionada en pensar que Ana Gabriela Guevara pudiera quedar al frente del máximo organismo deportivo de nuestro país. En aquella plática destacábamos el hecho de que una mujer pudiera tener tal cargo, pero, además, se trataba de una atleta excepcional.
Ana Gabriela Guevara Espinoza nació en 1977 en Sonora, México, desde pequeña estuvo familiarizada con el deporte, durante su infancia y adolescencia practicó básquetbol donde obtuvo buenos resultados, incluido un campeonato estatal. Pero por azares del destino no continúo en esa disciplina y se acercó al mundo del atletismo y la velocidad. En 1996 conquistó el primer lugar en la Olimpiada Nacional Juvenil en las pruebas de 400m y 800m planos sin una experiencia previa importante, a partir de ahí el resto de su trayectoria se volvería historia.
Los Juegos Panamericanos tienen una marca importante para la atleta pues fue en los de Río, los últimos a los que asistió, en los que se convirtió en la primera mujer en lograr ganar la medalla de oro en la prueba de 400m planos en tres ediciones consecutivas de este certamen tras lo conseguido en 1999 y 2003. Unos días después vino la final del relevo 4×400, recibió la estafeta en penúltima posición y logró remontar al resto de las competidoras para cruzar la meta en segundo lugar. Hasta la fecha, sigue siendo uno de mis videos favoritos del ámbito deportivo.
El aspecto atlético de Ana Guevara también la acompañó durante su carrera por los constantes señalamientos y críticas a su complexión “poco femenina”, al tener poco porcentaje de grasa y un cuerpo musculoso propio de la disciplina que practicaba pero que resulta tan poco entendido por la mayor parte de la población, más en aquella época. Sin embargo su fama era indiscutible, todo México hablaba de una sola deportista, de aquella que detenía al país cuando competía, que acudía a programas de televisión, la misma que en el 2003 se convirtió en campeona del mundo en la prueba de 400m planos y se proclamó subcampeona olímpica en Atenas 2004.
Su nombramiento más importante llegó a finales del 2018 al convertirse en la primera mujer en dirigir la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte de México, lamentablemente todas esas expectativas iniciales quedaron empañadas en polémicas, investigaciones por malversación de fondos, cancelaciones de becas, enfrentamiento con deportistas a quienes debía de defender, entre muchas otras acciones que, al menos a mí, en más de una ocasión, me hicieron preguntarme ¿dónde quedó aquella atleta?
Hoy, en el último día de su administración, prefiero recordar a la deportista, a la que me maravilló durante mi infancia y me hizo creer que las mujeres mexicanas, también, podían superar cuánto obstáculo tienen en frente.