La guerra sucia se convirtió desde hace más de una década en uno de los instrumentos que, supuestamente, son más eficaces en la disputa por el poder.
Sacar a colación errores del pasado de los adversarios, revisar sus expedientes, escudriñar en su pasado, agigantar algún acontecimiento o inventar otros, son parte de las estrategias diseñadas por los asesores de imagen de los principales políticos.
Salpicar con lodo y agua sucia al rival es la tarea diseñada por los grandes estrategas de campaña, los más de ellos procedentes del extranjero, los que cobran fortunas por ese asesoramiento, aunque lo hacen en efectivo, para no dejar rastro del dinero.
Las guerras de lodo no han mostrado la eficacia que dicen, aunque su gran logro fue en 2006, cuando por medio de dos grandes campañas de ese tipo, consiguieron que Felipe Calderón Hinojosa lograra el triunfo en la competencia presidencial.
En la primera fue desactivado un ya inerme Roberto Madrazo Pintado, mediante la lapidaria frase: ¿tú le crees a Madrazo? Para entonces el tabasqueño ya veía en picada y con esa acabaron de sepultarlo.
La otra fue contra el otro tabasqueño que competía por la Presidencia de la República y estaba convertido en el favorito, la frase: AMLO es un peligro para México, se volvió lugar común.
Desde entonces, la descalificación, los supuestos, las intrigas y hasta los insultos, son parte de la estrategia diseñada para frenar nuevamente las posibilidades de López Obrador para ganar los comicios de 2018.
Para todos aquellos que enfocan sus baterías a esa lógica, la de atacar y echar más leña al fuego en el que se pretende quemar al tabasqueño, va la revisión de la guerra sucia desatada contra algunos de los candidatos de los diversos partidos que compitieron en los comicios del pasado cinco de junio.
El más atacado por la vía de las acusaciones, denuncias, descalificaciones y guerra de lodo, fue Miguel Ángel Yunes Linares, candidato de la alianza formada por Acción y el Partido de la Revolución Democrática en Veracruz.
Se pretendió desacreditarlo ante la ciudadanía veracruzana, mediante un tema ya ventilado en los pasados comicios, donde perdió por casi tres puntos ante el priista Javier Duarte de Ochoa, el tema de su supuesta pederastia, actos que compró como ciertos su primo, el candidato del PRI, Héctor Yunes Landa. Se buscó que la acusación fuese directa, pero se le añadió el complemento de la enorme fortuna acumulada al amparo del poder público, se complementó con una serie de audios, donde unos de sus hijos, Omar, pretendía comprar propiedades en el extranjero y hasta se detuvo en un operativo el día de la elección a su hijo Fernando, quien goza de fuero por ser senador. Se adicionó con encuestas manipuladas que lo hacía caer en forma dramática hasta el tercer lugar.
Nada de eso funcionó y Yunes Linares se alzó con la victoria, mediante la suficiente ventaja que echó por tierra la eficacia de la guerra de lodo.
En Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, candidato del PAN al gobierno estatal, fue acusado de vínculos con el narcotráfico. De haber pactado con las cabezas del crimen organizado, de ser investigado por el gobierno de Estados Unidos y por la PGR. Se clonaron fotografías para mostrar sus nexos con los grupos delincuenciales. Varios candidatos de diversos partidos se le unieron y entonces se les acusó a ellos de ser parte de esos grupos delincuenciales.
García Cabeza de Vaca alcanzó la diferencia más grande entre el primero y segundo lugar, ganando por quince puntos a su adversario priista.
Carlos Manuel Joaquín González renunció al PRI cuando supo que no sería candidato al gobierno de Quintana Roo. Se plantó como abanderado de una alianza entre el PAN y PRD y fue entonces cuando se descubrió que en su paso por la alcaldía de Solidaridad había cometido serias tropelías, se le descubrieron amigos “malosos” y dejó de ser el dechado de virtudes que era como militante del tricolor.
Joaquín González ganó el gobierno de Quintana Roo, por 10 puntos porcentuales sobre el priista Mauricio Góngora, apoyado por el Verde y Nueva Alianza, quien por cierto era alcalde con licencia de Solidaridad, municipio que también perdió el PRI.
Martín Orozco, panista postulado al gobierno de Aguascalientes, fue exhibido una y otra vez como indiciado por la justicia, durante su desempeño como alcalde de la capital estatal, en el ejercicio 2007-10.
Cerrado, pero el panista se alzó con la victoria sobre la priista Lorena Rodríguez.
Alejandro Murat Hinojosa fue postulado al gobierno de Oaxaca por el PRI, con él se ensañaron los opositores por ser hijo de José N. Murat Casab, ex gobernador del estado y catalogado como energúmeno. Se descalificó la candidatura de Alejandro por no ser nacido en el estado y tampoco vivir en el mismo, cuestionando que sería su padre el gobernante, si es que ganaba.
El priista ganó con amplitud sobre el abanderado de la alianza PAN-PRD, José Antonio Estefan.
Javier Corral Jurado era el candidato del PAN al gobierno de Chihuahua y su encono contra el gobernador César Duarte, motivó que sacaran a relucir viejas historias de dos de sus hermanos en líos judiciales por vínculos con la delincuencia organizada, la campaña no prosperó, por ser tema viejo.
Corral Jurado ganó fácilmente al priista Enrique Serrano Escobar, quien aparecía como el favorito para salir victorioso.
En cada uno de esos estados se mostró que la guerra sucia y el lodo lanzado contra los candidatos no eran suficientes para frenar su camino hacia la victoria.
Para el 2018, AMLO deberá enseñar que está blindado contra esos ataques. Email: ramonzurita44@hotmail.com Email: zurita_sahagun@hotmail.com