El Colegio de la Frontera Sur confirma que la causa es el fipronil, un químico utilizado en cultivos como el algodón y la caña, así como para el control de plagas
En el último año, un centenar de apicultores en Campeche han enfrentado la muerte masiva de sus colmenas debido a intoxicaciones repetidas, impactando de manera devastadora sus medios de vida. El primer caso ocurrió en marzo de 2023, cuando 80 apicultores denunciaron la muerte de 3,365 colmenas, resultando en 36 años de empleo rural perdido y 12.9 millones de pesos en pérdidas económicas.
El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) confirmó que la causa de estas muertes fue el fipronil, un plaguicida ampliamente utilizado en cultivos como el algodón y la caña, así como para el control de plagas domésticas. Este plaguicida es altamente tóxico para las abejas y está prohibido en varios países, incluyendo la mayoría de Europa, debido a su impacto negativo en los polinizadores.
A pesar de las advertencias y denuncias, las autoridades no tomaron medidas efectivas. En enero de este año, se registró una nueva intoxicación que afectó a 516 colmenas en 22 apiarios, acumulando pérdidas adicionales de casi 10 años de empleo rural y 2.4 millones de pesos. En total, las dos intoxicaciones suman 46 años de trabajo rural perdido y 15.3 millones de pesos en pérdidas económicas, afectando también la polinización de cultivos como el maíz.
Benjamín Ye, uno de los apicultores afectados, explicó que perdió el 70% de sus colmenas y aunque recibió apoyo gubernamental para recuperar parte de su producción, las nuevas colmenas también sucumbieron al fipronil. La producción de miel en Campeche es crucial no solo para los ingresos de los apicultores, sino también para la preparación de tierras para otros cultivos, creando un círculo vital para la economía local.
El impacto del uso de fipronil y otros plaguicidas se extiende más allá de Campeche. Se han registrado casos similares en Tizimín, Yucatán, y otros estados como Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Jalisco, Michoacán, entre otros. Las investigaciones continúan para comprender plenamente el alcance de estos daños.
El doctor Remy Vandame, especialista en abejas, resalta que la falta de respuesta adecuada de las instituciones ambientales y judiciales ha exacerbado la situación. A pesar de la confirmación del uso indebido de fipronil, no ha habido resoluciones o compensaciones para los afectados.
El impacto ambiental es también significativo. Un estudio del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (Imta) y la Semarnat ha demostrado que la presencia de compuestos orgánicos volátiles en el agua de Hopelchén está degradando los recursos hídricos, sumándose a los desafíos que enfrentan los apicultores y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria en el país.
Texto y fotos: Agencias