Aprendiendo a poner límites… a la IA

Carlos Hornelas

carlos.hornelas@gmail.com

En los círculos en los que tengo oportunidad de participar hay un interés creciente por la Inteligencia Artificial y por su implementación en diversas actividades, como los negocios, la gestión de recursos o las cuestiones cotidianas.

Siento una especie de entusiasmo desbordado y optimista sobre su uso y posibilidades de desarrollo, lo cual me lleva a preguntarme, ¿hasta dónde se puede dejar actuar por su cuenta a los agentes de Inteligencia Artificial?, ¿estamos dispuestos a que hagan todo por nosotros sin supervisión, de modo que sean más eficientes?

En el albor del Internet de las cosas (IOT), los termómetros fueron de los primeros instrumentos que se usaron para automatizar ciertas operaciones, como, por ejemplo, a través de ciertas interconexiones, lograr que se publicaran datos directamente en páginas web de monitores del clima, sin pasar por la supervisión humana. Lo cual hacía las actualizaciones de las medidas más objetivas, eficaces y rápidas.

A cualquiera se le habrá cruzado la idea de emplear a la IA en su respectivo ámbito laboral, sea para mejorar algunos procesos o bien para evitar desgaste físico en su propio cuerpo o en otros equipos técnicos. En Polonia, por ejemplo, a Radio Cracovia le pareció buena idea innovar su producción de noticias y su contenido. Despidió a parte de su personal y lo sustituyó con IA.

De hecho, le pareció buena idea crear un avatar que replicara la voz de Wisława Szymborska, premio Nobel de Literatura en 1996, pero fallecida en 2012, que la semana pasada realizó una entrevista. Si, leyó bien, es como resucitar a un muerto -por cierto, muy ad hoc a estas fechas- para salir de dudas de cómo se habría comportado en ese contexto.  ¿Se imaginan poder hacer que Ryszard Kapuściński, escritor y periodista, también polaco, fallecido en 2007, pudiera ser “encarnado” en un avatar de IA para entrevistar, no sé… por ejemplo a Donald Trump de cara a las elecciones del próximo súper martes?  O mejor aún, a otro fallecido, ¿Qué tal un panel entre Juan Gabriel y Freddie Mercury? ¿Parece ocioso?, no para la IA, que puede recrear las condiciones básicas de este encuentro teniendo como fundamento una robusta base de datos que puede proveerle de la información necesaria para hacerlo realidad. El límite ya no es lo factible, lo moral, lo adecuado o lo prudente.

Regresando a Off Radio en Cracovia, a partir de la sustitución de parte de su personal, la estación recibió en la última semana una solicitud para poner un fin a este reemplazo que fue firmada por 25 mil personas de su audiencia que no desea ver que esos puestos sean ocupados por agentes de IA o avatares, sino por personas de carne y hueso.

Así como la máquina de vapor sustituyó al caballo haciendo obsoleto su cansancio y necesidad de alimentación, esmero y cuidados, algunos piensan que la IA podría utilizarse para, por ejemplo, tareas rutinarias en la que el ser humano puede disminuir su eficacia por el stress, el horario o el cansancio. Dos áreas han estado en la mira desde este nuevo boom de la IA: las áreas de la salud y de la seguridad.

¿Qué pasaría si un agente incansable pudiera patrullar y neutralizar amenazas potenciales o detener delitos en curso, llevar a cabo detenciones? Suena bastante bien, pero ¿cómo tendría que programarse para atender a todos los protocolos éticos y legales existentes? ¿sería este robocop menos corrupto que algunos oficiales humanos? ¿O qué tal en el área de la salud? ¿sería factible incorporar al servicio a enfermeros vigilantes 24/7 que monitorizaran a los pacientes y en determinado momento tomaran decisiones en lo que se integra un supervisor humano? ¿cuál es el límite?