Árboles frutales de Yucatán, bajo amenaza

El botánico José Salvador Flores Guido explica que hay plantas adaptadas al clima local y que sufren por el cambio climático

 

El cambio climático, en conjunto con la contaminación, ponen en riesgo de desaparecer a algunas especies de plantas frutales en el estado, sobre todo las que no son endémicas, pero que se han adaptado al clima tropical de Yucatán, como son el tauch, el zapote y el papayo, así como algunos cítricos, alertó el botánico José Salvador Flores Guido.

El biólogo yucateco afirmó que si bien las plantas endémicas ya se encuentran totalmente adaptadas al clima local y pueden soportar pequeñas variaciones, hay otras como las que fueron plantas que se adaptaron al estado las que sufren por la falta de lluvia o el exceso de calor, por lo que hay que tomar acciones para proteger la flora yucateca.

–El año pasado fue muy seco, con lo que puedes notar que muchos frutales, especialmente los introducidos como los cítricos, si no tienen agua se mueren. La flora silvestre está muy adecuada a nuestro clima, pero con el cambio climático árboles como el tauch, el papayo, el zapote y el mamey podrían desaparecer –explicó.

Afirmó que la flora endémica ya estaba muy adaptadas, pero existen otros organismos que están sufriendo con el calentamiento global. Este es el caso de las microalgas o los mismos corales marinos, que en unas regiones ya se están blanqueando por el cambio de la temperatura.

–No solo hay que preocuparse por la deforestación, ya que también en el mar existen problemas, porque si el agua se calienta mucho, los microorganismos sufren como lo hacen las plantas en la tierra. Con la sola variación de un grado, ya hay afectación –destacó.

Además comentó que el hombre tiene mucha responsabilidad, porque son sus acciones las que originan todos los cambios climáticos, como en el caso de Yucatán, donde la contaminación del subsuelo ha derivado que el manto freático cada vez es menos utilizable.

–Hay cenotes que ya no tienen microflora, porque entre los pesticidas de la agricultura, la basura que tiran los turistas y los desechos orgánicos de la porcicultura y otras actividades productivas, ya están amenazados –finalizó.

 

Texto: Roberto Ojeda
Fotos: Cortesía

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