Humilde sí, soberbio no. Con esas palabras el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, exhortó durante la misa dominical en la Catedral de San Ildefonso a orar con un corazón sincero e invitó a los fieles a dirigirse a Dios con humildad verdadera, sin apariencias ni simulaciones.
“El Señor es un juez que no se deja impresionar por apariencias, los humanos, en cambio, con frecuencia valoramos a la gente de acuerdo a su vestido, a su dinero, a su poder, a su puesto en la sociedad y hasta por su forma de hablar; sin embargo, la mirada de Dios, no es como la mirada del hombre, porque Dios, conoce el interior de las personas, mira lo que hay en su corazón”, dijo Rodríguez Vega.
Ante los feligreses reunidos, explicó que las personas verdaderamente humildes pueden ser grandes ante los ojos de Dios, mientras que el poder y la riqueza nada significan si el corazón está vacío. “Tengamos en cuenta siempre que, ser pobre no es sinónimo de ser humilde, así como ser poderoso no es sinónimo de ser soberbio, pues podríamos llevarnos grandes sorpresas. Solo Dios es quien ve en el interior de la persona”, mencionó.
“La oración del humilde atraviesa las nubes, hay personas que son inalcanzables, que difícilmente las pueden encontrar y tocar por el común de los mortales, pero a Dios todos lo podemos alcanzar con una sencilla oración, porque Él se encuentra en nuestro interior”, señaló Rodríguez Vega.
Durante la lectura del santo evangelio según San Lucas, recordó la parábola en la que Jesús mostró la diferencia entre la oración soberbia de un fariseo y la oración sincera de un publicano humilde. Una enseñanza —dijo— que sigue siendo profundamente revolucionaria.
“Porque en ese tiempo todo mundo hubiera pensado que la mejor oración era la del fariseo, porque pertenecía a un grupo en el que, de forma rigurosa y hasta excesiva, guardaban todos los preceptos de la ley, en lo que respecta a diezmos y ayunos, en cambio, todos tenían a los publicanos por pecadores para los cuales no había remedio ni salvación”, dijo Rodríguez Vega.
Confirmaciones
En esta celebración, monseñor administró el sacramento de la confirmación a 23 personas —10 mujeres y 13 hombres adultos— acompañadas de sus seres queridos. A través de la imposición de manos y la unción con el santo crisma, recibieron los dones del Espíritu Santo.
“Hijos míos, hijos de Dios, este día se separarán de satanás y de sus excesos, ahora serán confirmados por nuestros Dios”, mencionó Rodríguez Vega ante las personas.
Texto y foto: Alejandro Ruvalcaba




