El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, destacó la diversidad de carismas presentes en la Iglesia. Explicó que algunos tienen dones de sabiduría, otros el de ciencia, fe extraordinaria, capacidad de curaciones, poderes para obrar milagros, el don de profecía, discernimiento de espíritus, lenguas e interpretación de las mismas.
Agregó que la comunidad de Corinto era rica en estos dones y enfatizó tres aspectos importantes: primero, estos dones siguen existiendo, aunque en menor medida que en las primeras comunidades cristianas; segundo, estos carismas no son individuales, sino dados por el Espíritu Santo para beneficio de la comunidad; y tercero, aunque se posean estos dones, sin amor, carecen de valor espiritual.
El evangelio del día relata el pasaje de las bodas de Caná, un evento cargado de simbolismo. En este, Jesús, como el Esposo, inaugura la fiesta de las bodas del Cordero con su primer milagro: convertir el agua en vino. Según el arzobispo, este milagro anticipa el que será su último, la conversión del vino en su sangre durante la Última Cena.
Desde el Antiguo Testamento, señaló, se habla del simbolismo nupcial, como lo menciona Isaías: “Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu Hacedor”. Este simbolismo se manifiesta en el milagro de Caná, fortaleciendo los cimientos de la Iglesia a través de la fe de los discípulos y la intervención de María, Madre de la Iglesia.
Rodríguez Vega subrayó que el matrimonio también refleja esta eclesialidad, pues Jesús afirmó que donde dos o más se reúnen en su nombre, Él está presente. Por ello, el matrimonio católico es sacramento y convierte a la familia en una iglesia doméstica.
El milagro de Caná no solo transformó 600 litros de agua en el mejor vino, sino que simboliza la redención en Cristo. Así como el vino de la Pascua Judía recordaba la sangre de los corderos en Egipto, la sangre de Cristo, ofrecida en la Última Cena, sella la Nueva Alianza, purificando y redimiendo a la humanidad.
El arzobispo explicó que la referencia de Jesús a María como “mujer” tiene un significado teológico profundo. Este término subraya su rol como la nueva Eva, en cumplimiento de la promesa del Génesis. Desde la cruz, Jesús reafirma esta misión al encomendarle a su Madre el cuidado de todos los creyentes.
Finalmente, recordó que anteayer comenzó la semana anual de oración por la unidad de los cristianos. Invitó a los fieles a orar por esta intención, destacando que el mundo necesita del testimonio de unidad entre quienes aceptan a Jesús como Hijo de Dios y Salvador.
Texto y foto: Darwin Ail