A pesar de su reciente y escasa militancia en ese partido, Agustín Basave resulto electo presidente del Partido de la Revolución Democrática, esto como parte de una estrategia impulsada por la tribu de “los chuchos” para reencauzar la dirección de ese partido político.
Sin embargo la llegada de Basave, supone al menos en el análisis, que ese viraje o cambio de orientación carece del pragmatismo por el que se entendería debieron de haber optado.
El Partido de la Revolución Democrática enfrenta una de sus peores crisis, sobre todo en el aspecto de la competencia electoral, toda vez que el desprendimiento de Andrés Manuel López Obrador de sus filas, costo la salida de un numero gigantesco de afiliados que se fueron con el a Morena.
En un calculo inicial, tomado como base los resultados de la pasada elección federal, podríamos establecer que incluso se trata de la mitad de sus militantes, lo cual efectivamente hace necesario un replanteamiento al interior del PRD.
La división de la izquierda en dos fuerzas similares en tamaño, evidentemente debilita sus perspectivas, en todo caso establece una competencia entre ellas mismas, mas que con sus rivales tradicionales.
Una prueba por demás fehaciente de ello, fue la elección en el Distrito Federal bastión histórico del perredismo, que ahora es como causa de la segmentación, un escenario fragmentado
El problema radica fundamentalmente en que Agustín Basave, no es precisamente un experto en temas electorales, mucho menos en estrategias de posicionamiento publico y personalmente, no es una figura que pueda arrastrar tras de si a los simpatizantes perdidos.
Basave es básicamente un político de corte intelectual, que ha tenido la habilidad de acomodarse en posiciones importantes, tanto en los gobiernos del PRI su partido de origen, como posteriormente en el panismo, partido que en su oportunidad en el gobierno, incluso lo coloco como embajador de nuestro país en Irlanda.
Las cualidades de Agustín Basave, son como apuntábamos mas intelectuales que operativas, su aportación en todo caso se circunscribe a valores que se relacionan con el plano ideológico, desde un punto de vista filosófico, pero lejanas al trabajo de campo.
Seguramente Basave será un presidente del PRD, con gran capacidad de debate, no se escatiman ni su amplia experiencia, ni sus conocimientos, de hecho es una vertiente del trabajo político en la que sobresale.
Su carta de presentación ha sido siempre la innegable cercanía personal y profesional que sostuvo con el trágicamente extinto Luis Donaldo Colosio, quien le reconocía las virtudes que lo definen, pero que también lo encuadran en un apartado especifico.
Sin embargo el PRD no precisa en este momento ganar discusiones, ni establecer una retorica ideológica como herramienta para obtener popularidad con la sociedad.
Lo que se pone en entredicho es su habilidad para dirigir un partido desquebrajado, en el cual el liderazgo se impone por la fuerza y no precisamente a través del valor de las ideas.
En el perredismo el dialogo hacia fuera no funciona y hacia dentro no contagia, mucho menos cuando es imprescindible construir alianzas efectivas en cada región del país, de manera imperativa en las entidades donde su presencia es materialmente nula.
En esencia y considerando el momento, hoy la prioridad de todos los partidos políticos se concentra en la competencia electoral, primero por las trece gubernaturas que se disputarán el año entrante, contando la del estado de Colima, como antecedente de la sucesión presidencial.
Por lo que los liderazgos de las fuerzas políticas, necesariamente deberán orientarse a fortalecer ese aspecto, lo que deriva en la necesidad de perfiles efectivistas acordes a esa coyuntura, claramente el de Basave no compagina con esa dinámica.
En teoría, el perredismo tenia mejores opciones para elegir un dirigente con mayores habilidades electorales e incluso con un perfil mas popular, pero las disputas por los equilibrios del poder en el partido, limitaron esa posibilidad.
Estamos hablando de los senadores Armando Ríos Piter “el jaguar” y Zoe Robledo, de Guerrero y Chiapas respectivamente, el primero recordemos que precisamente por las pugnas internas, declino ser candidato a la gubernatura de Guerrero, donde encabeza por mucho las encuestas y que finalmente quedo en manos de Héctor Astudillo del PRI.
“los chuchos” se decantaron por Agustín Basave como su nuevo dirigente, quien a pesar de que como ya decíamos carece de arraigo en ese partido, logro obtener un consenso abrumador, mas por la influencia del grupo que por su propuesta o posicionamiento individual.
Parece una apuesta contradictoria, porque los factores no coinciden con las premisas, tal vez en otras condiciones por sus características Basave podría ser un magnifico dirigente nacional del partido, pero en la situación actual, no es el hombre indicado, en el lugar preciso.
Bajo este panorama, en el pronostico lo que se puede esperar es que el perredismo se mantenga estancado, ocupado en resolver sus problemas internos, en un esfuerzo agotador que disminuye considerablemente sus posibilidades reales de competir.
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Guillermo Vazquez Handall