Carlos Hornelas
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Ante la crisis derivada de la evacuación de Estados Unidos en Afganistán, México ha servido como país seguro en brindar asilo a 124 periodistas afganos con sus respectivas familias, venciendo la máquina burocrática de Kabul y llevándose así el reconocimiento internacional por la celeridad en el proceso de otorgamiento de tal refugio y la pronta respuesta para retirarlos en el menor tiempo posible del peligro en el cual se encontraban.
Los detalles de cómo sortearon diversos obstáculos no han sido revelados por ninguna fuente a fin de no entorpecer en un futuro su posible viabilidad para el rescate de otros tantos. Entre quienes se han visto favorecidos con esta operación, que bien podría ser parte de una novela de Ken Follet, se encuentran periodistas del New York Times, Wall Street Journal y el Washington Post.
El canciller mexicano, Marcelo Ebrard declaró “nosotros estamos ahora comprometidos con una política exterior que promueve la libre expresión, las libertades y los valores feministas”. Con anterioridad habían aterrizado en el país las cinco mujeres afganas que conforman un equipo de robótica célebre a nivel mundial.
Llama la atención la determinación con la cual ha actuado el canciller, con la anuencia del presidente, como se dio a conocer en su momento. Hay varias cuestiones sobre las que habría que reflexionar sin detrimento de los méritos y el bien que hayan logrado para salvaguardar la vida de estos refugiados.
Estados Unidos es el primer país en desconcertarse sobre la política de asilo del gobierno mexicano, que no ha resultado tan benévolo en el caso de migrantes centroamericanos a quienes en un principio dijo recibir con los brazos abiertos y sobre los cuales mantiene de facto una operación de tercer país seguro, que contiene su avance hasta el vecino país del Norte.
En casa, en donde las tasas de feminicidios se incrementan y donde las relaciones con las activistas feministas no han sido de lo más grato que se recuerde, también se percibe un dejo de incredulidad ante las palabras del secretario de Relaciones Exteriores.
Es curioso que Marcelo Ebrard refrende el compromiso del Estado con la libertad de expresión cuando en términos de violencia, agresión y muerte, nuestro país está muy por encima de la situación que se vivía en Afganistán en plena guerra. México ha sido considerado durante muchos años el país más peligroso para ejercer la profesión.
En esta semana hemos visto que ha surgido la llamada “Alianza de medios Mx” con el objeto de defender la libertad de expresión y combatir la impunidad. En el informe de gobierno, se deberá atender la friolera cantidad de 43 periodistas que han sido ultimados solamente en los tres años del presente gobierno de AMLO.
La Alianza pretende establecer una plataforma para “ofrecer actualización profesional, guías para protegerse ante riesgos profesionales, reclamar sus derechos o pedir ayuda ante nuevos ataques, entre otros canales de colaboración”.
Entre los integrantes se encuentra el semanario Proceso, el diario El Universal, Eje Central, publímetro, El Economista, El Heraldo, El Dictamen, Debate, Político.Mx, así como la Cirt.
Esperemos que dicha alianza fructifique y pueda ser el canal adecuado para hacer más compacta la comunidad de informadores así como un referente en la solidaridad del gremio. A fin de que no ocurra como con nuestra Secretaría de Relaciones Exteriores que termina siendo candil de la calle.