Carta a Giovanni Sartori

Por Alejandro Fitzmaurice

 

Estimado Maestro:

No sé si supiste, pero tu muerte no sonó tanto como la de Eco. Por supuesto, que te adapten una novela al cine genera más titulares a la hora de los velorios, y claro, cuenta sobre todo que aquél era un genio con el cual la semiótica siempre estará en deuda.

Pero bueno, yo primero quería presentarlo puesto que nadie tiene la obligación de saber quién era: politólogo, profesor universitario, escritor y periodista italiano. 14 obras publicadas. ¿Abordaste otro género que no fuese el ensayo?

Lo escribo como pregunta porque no soy tan farol como para afirmar que ya leí toda tu obra. He ojeado algunos capítulos de “¿Qué es la democracia?”, sin embargo, el libro de tu autoría que de veras me cimbró, desde la Universidad, fue “Homo videns: la sociedad teledirigida”.

En clase, decíamos sobre que tienes párrafos brutales y concuerdo plenamente, no obstante, a mí lo que me sigue dejando boquiabierto es tu inicio y la puntada de predecir, veinte años antes, lo que ya se ve en todos lados: somos la sociedad que mira todo y no entiende nada.

Voy a medio parafrasearte para irme explicando: por siglos, la palabra — los libros, la prensa e incluso la radio — fue el camino para entender el mundo. La gran ventaja es que la lengua escrita está compuesta por símbolos que permiten designar lo concreto, pero también lo abstracto: ideas, conceptos, reflexiones.

Por el contrario, la imagen, que cobra una enorme preponderancia con la televisión — el gran parteaguas de acuerdo contigo — sólo muestra, es “simple representación visual” y es incapaz de enseñar aquello que no existe en el plano físico.

De esta forma, si le preguntamos a los libros qué es la economía, nos contestan con definiciones, ejemplos y explicaciones extensas. Si le preguntamos a la tele, aparecen bancos, manos contando dinero y gráficas de barras y flechas por tres o cinco segundos.

Así, el problema es que se trata de explicar el mundo y sus distintos fenómenos a partir de imágenes que se quedan cortas, miopes y simples frente a la complejidad de esto que llamamos realidad.

¿Sigues allí, Sartori? Bueno, tenía que intentarlo. La cuestión es animar a quien lea esto — si es que eso ocurre — a leerte y que no se queden con la idea de que ese libro, a veinte años de su publicación, es sólo sobre la tele.

Bueno, sí aborda eso, pero también describe el futuro, este presente nuestro de las redes sociales con prosumidores que sólo aguantan memes chistosos (¿Supiste que era un meme?) y videos de diez segundos, lo cual no estaría nada mal si aquello estuviese también acompañado por más pensamiento crítico y una que otra lectura medio densa.

Ciertamente — hay que decirlo — por sí solo tu libro no explica la complejidad de este fenómeno posmoderno de la sociedad hiperconectada, no obstante, es un excelente camino para empezar a asustarse: la cosa va peor. Intoxicados de información, pocos son quienes eligen lo importante, lo trascendente.

Recordarás, estimado don Giovanni, que los sociólogos explican que el cambio social siempre es buscado, aunque no se planea con plena conciencia sus efectos. ¿Hacia dónde nos dirigimos si nosotros, los de a pie, no entendemos qué pasa allá arriba, en el mundo de la élite donde ocurren las decisiones?

Acaso ni siquiera ellos entienden. ¿Es éste ya un barco sin capitanes que sepan oler tempestades a distancias prudentes?

Por supuesto, tú eras uno de ésos, pero ya te aventamos a las profundidades. Y de mí nadie se fíe: me la he pasado jugando Xbox toda la semana.

No obstante, aunque ya sé que los homenajes a estas alturas de la muerte no le sirven de nada, sepa que hoy me tumbo a releer sus párrafos en lugar de entumecerme los dedos con el control de la maquinita.

Me sirve a mí.

Siempre sirve ser homo sapiens.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *