La niña tenía nueve años, se llamaba Daniela. Era muy linda, rubia, con mirada de agua fresca, rostro dulce. Muchos niños del parque querían ser su novio. Además se trataba de una muchachita muy alegre y noble, pura bondad, y muy creativa…
“A mi hermana Verònica la visto con unos jeans entallados porque es delgadita. Combinados con una blusa rosa pálido y para el fresco rebeca morada, a juego con unas bailarinas y un gorrito. La melena suelta, en cascada…”
“Para mi muñeca he elegido una faldita en tono azul marino y una camiseta beige, por encima una cazadora vaquera. La voy a peinar con dos trenzas adornadas con un coletero azul con lunares blancos. Zapatos de corte clásico…”
“He visto a una adolescente guapísima con una falda Talavantería de Basmala en negro y oro, la lucía con un bello top azabache de cuello alto. Iba tan mona en sus sandalias de tacòn fino y con sus labios en puro rojo…”
Daniela escribía muy bien. Y adoraba la ropa. Y los bolsos. Las pulseras. Era muy coqueta… De mayor sería diseñadora, y regalaría vestidos a las pequeñas con pocos recursos econòmicos. Era muy generosa!
Aquella tarde se había vestido con shorts vaqueros y camiseta verde manzana con flecos a la altura de los hombros. Botas de agua a juego y una hermosa diadema recogiendo sus bucles dorados…
Estaba dibujando…
Dedicado a mi hermana Silvia
Y a Luis Carrasco