Confort Movie

Kinécarus Apreciación Cinematográfica
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El cine, como todas las artes, tiene la maravillosa cualidad de ser multifacético, cambiante y adaptable. Si bien muchas veces nos esforzamos en tratar de entender qué hace que el arte, en este caso una película, sea “buena”, esto no siempre es lo más importante, ni es la única característica que una película está obligada a poseer. A veces simplemente basta con que la película exista.

Efectivamente, no todas las películas son hechas con el fin de ser galardonadas por las altas autoridades del arte cinematográfico. Existe lo que en jerga de internet se denomina como “comfort movies”, y se usa para referirse a todas aquellas películas que, independientemente de sus méritos académicos y artísticos, generan en uno un sentimiento de alegría, paz, bienestar, o lo que cada quien interprete de manera personal como “confort”.

Así como todos tenemos una lista de lo que denoninamos nuestras “películas favoritas”, donde podemos regodearnos de nuestro impecable gusto en cine, sería una excelente práctica que cada quien tuviera aparte una lista de sus “comfort movies” que compartir con nuestros amigos y conocidos. Así, el siguiente día lluvioso, cuando todo parezca estar yendo mal, cuando nos sintamos solos o simplemente necesitemos recordar que no todo en el mundo está perdido, las tengamos a la mano para ponerlas y transportarnos a un lugar seguro, donde los finales son felices, o donde los problemas son de los otros nada más.

Una “comfort movie” puede verse de mil maneras distintas: puede ser un musical, de animación, de guerra o de destrucción, de amor, de pérdida, de terror o de autos corriendo a toda velocidad. Puede tener Óscares y Golden Globes, o puede tener 3% de calificación en Rotten Tomatoes. El único requisito es que sea una película que tenga el maravilloso y extraordinario poder de hacer feliz a una persona.

Personalmente podría nombrar como mis “comfort movies” películas como “Hairspray”, “Practical Magic”, “Orgullo y Prejuicio”, “Mad Max Fury Road” y “Barbie en la Princesa y la Plebeya”. Y tú, ¿sabes cuáles son las tuyas? Si no, piensa en ellas y acude a ellas, sin “placeres culposos” ni explicaciones, siempre que las necesites.

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