Cremaciones, ya aceptadas

La pandemia de covid-19 genera repunte de esta práctica para disponer de los restos de familiares y amigos, pese a que era mal vista en el pasado

Aunque ha sido muy complicado para los yucatecos el aceptar la cremación, poco a poco ha comenzado a ganar terreno en comparación a las inhumaciones tradicionales, situación que se reforzó con el tema de la pandemia, cuando, por prevención, se optó por la primera opción, que en su momento era mal vista por cuestiones religiosas. 

Respecto a los mayas, según Fray Diego de Landa, la cremación estaba reservada a las clases altas. Algunas partes del cuerpo, como huesos y cabellos, se conservaban como reliquias al lado de las cenizas del muerto; éstas se colocaban en grandes vasijas y se depositaban bajo los templos o las casas.

Hay referencias a la ingestión de las cenizas mezcladas con agua o atole por parte de los deudos, tanto entre los nahuas como entre los mayas. En Yucatán las cenizas de los señores eran vaciadas en estatuas huecas de barro y de madera, sobre cuya cabeza, para cerrarla, se ponía parte del cuero cabelludo del muerto; “tales estatuas eran guardadas al lado de las representaciones de dioses” se cita en el libro Ideas Nahuas y Mayas sobre la Muerte, de la autoría de Mercedes de la Garza.

Se cuenta, asimismo, que a los señores Cocom, ya muertos, los decapitaron y cocieron, para luego limpiar la carne de sus cabezas, modelar sobre ellas los rasgos faciales y conservarlas en templos y casas donde les rendían culto. Estas referencias de las fuentes escritas concuerdan con algunos hallazgos arqueológicos: del cenote sagrado de Chichén Itzá se extrajo un cráneo con la coronilla cortada, las órbitas tapadas con tapones de madera y vestigios de estuco pintado sobre la cara. 

También se efectuó un descubrimiento en el cenote sagrado que parece corroborar la costumbre de echar cenizas en estatuas de madera: surgieron pequeñas figuras de este material, cuyos cuerpos están modelados con copal y hule, y tienen un agujero en la parte posterior

La cuestión es que fue hace 96 años, el 17 de abril de 1926, cuando se realizó la primera incineración de un cuerpo en Yucatán, el de Francisco Gómez Rul, quien era pintor, fotógrafo y venerable maestro de la Logia Masónica “Itzá”, y quien en su testamento pidió como última voluntad ser incinerado.

Debido a que la entonces Cámara Legislativa del Estado no autorizó la solicitud de Gómez Rul y otras personas para instalar un horno crematorio en el Cementerio General de Mérida, el cadáver fue colocado en una pira que se formó durante el día, para quedar reducido a cenizas.

Pero no fue hasta 1982 que se instaló en Mérida, en el cementerio municipal de Xoclán, el primer horno crematorio, que, se dice, tardaba tres horas en cumplir con su cometido, y hasta 2006 se sustituyó con uno que redujo a la mitad los tiempos para incinerar a una persona adulta.

A la fecha es una realidad que, ante la saturación de los cementerios y su costo relativamente menor, la cremación es una solución, además de que permite que la persona pueda conservar, si así lo desea, las cenizas de sus seres queridos en una urna o vasija y tenerla en su hogar.   

Sin embargo, como la cremación es un proceso irreversible, es esencial decidirse y tener claro si se prefiere la cremación o el entierro. Además, hay que tener en cuenta que la cremación no es un sustituto del funeral, ya que también se requiere la disposición final de los restos.

Otras alternativas son celebrar un funeral antes de la cremación o un servicio conmemorativo después. Al optar por la cremación, las cenizas del ser querido pueden luego ser esparcidas, enterradas o sepultadas.

De acuerdo a cifras del Ayuntamiento de Mérida en lo que va del año se han realizado 234 cremaciones de adultos y 264 de restos áridos que se retiran de las bóvedas.

Al respecto, la asesora en prevención funeraria Sara Tetzpa Zayas destacó que actualmente cada vez son más las personas que eligen las cremaciones antes que el entierro tradicional, porque ayudan a ahorrar dinero. “La cremación directa, en particular, se considera menos costosa ya que abarata los costos ahorrando espacio físico en los cementerios”, explicó.

En este sentido manifestó que otra de las ventajas que tiene la cremación es que no se remueven sentimientos a los tres años, cuando vence el arrendamiento de la fosa y se tienen que sacar los restos áridos, si la bóveda no se adquirió a perpetuidad, y recalcó que el proceso es muy doloroso porque el cuerpo no alcanza a descomponerse totalmente.

Otro de los aspectos que hay que considerar es que se trata de una decisión muy personal tomada por el individuo o los miembros de la familia, y en los casos de los planes de previsión funeraria a futuro, y que se van pagando poco a poco, nuestra entrevistada explica que se dejan abiertos para que la persona que contrata nombre a tres beneficiarios de los cuales el primero que fallezca puede utilizar el servicio, de modo que se puede optar por el entierro tradicional o la incineración.

En cuanto a quienes son los que adquieren este tipo de servicios, detalló que en su clientela hay muchos jóvenes que con anterioridad han vivido en carne propia el problema de que algún ser querido fallezca y que la familia pase apuros para hacer frente al gasto y que dice esto no nos va a volver a pasar.

“Económicamente es una tranquilidad que se adquiere, y se tiene hasta tres años para pagar”, finalizó.

Texto: Manuel Pool Moguel

Fotos: Cortesía