Cuarta ola

Armando Escalante
Periodista y analista político

Que más se podría esperar de una cuarta transformación con gente de segunda y decisiones de tercera, pues una cuarta ola. Sin duda. Así pronto veremos en México que ante actuaciones similares, problemas iguales.

Dice el editorialista del Excélsior Enrique Aranda, en su colaboración más reciente, que “ahora si es de pena ajena la pobre reacción que, ante la confirmación de la gravedad de la nueva variante del covid-19, ómicron, ofreció la cada vez más risible e ineficaz Secretaría de Salud, que ¿encabeza? Jorge Alcocer Varela”.  Y se refiere al interés de la SSA por ocultar a la prensa los alcances de esta  nueva cepa, maligna, de mayor alcance, que “en cuestión de horas colapsó los principales mercados bursátiles del mundo y dio paso a un nuevo cierre inmediato de fronteras a ciudadanos y viajeros provenientes de África en prácticamente los cinco continentes”.

Destaca el colaborador del periódico el hecho de que prácticamente al mismo tiempo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificaba la nueva cepa como “preocupante”, el más alto nivel de riesgo usado por ella, la dependencia de México emitiera un comunicado ¡de un solo párrafo!, para informar que se encontraba actualizando protocolos de vigilancia genómica y que, “en caso necesario, las medidas sanitarias que se tomen serán guiadas por la evidencia científica disponible”.

Y con cierto sarcasmo, el autor nos refiere que, más allá de la existencia de un mando “paralelo” igual de inútil, algo más que grave ocurre en esa instancia federal. “De no ser tan grave, parecería una mala broma”, nos dice.

Y precis: “en un país donde conforme a registros oficiales reconocen que la pandemia ha dejado 3 millones 882 mil 792 contagiados hasta hasta antier y ha privado de la vida a un total de 293 mil 859 mexicanos, con lo que México es cuarto a nivel mundial en este registro, con una tasa de letalidad de 7.56%… ¡casi cuatro veces mayor a la reportada a nivel mundial (1.98%)!”.

Todo esto viene muy bien a colación cuando el presidente —como si fuera relajo— sale a los medios en un vídeo, grabado desde el lujoso Palacio en el que despacha, para llamar a una fiesta multitudinaria en el zócalo para seguir festejando, quién sabe que. Con una sonrisa de oreja a oreja, mientras el mundo moderno y civilizado comienza a anunciar nuevas restricciones ante el repunte del covid.

Así las cosas, la cita del señor López es pasado mañana  miércoles para “celebrar todos juntos” y, previsiblemente —dice Aranda— “sin atender las mínimas medidas sanitarias, salvo el uso voluntario del cubrebocas que él mismo no usa en territorio nacional, el tercer año de su (infructuosa) gestión gubernamental”.

Me resta decir que ojalá que quepan muchos seguidores del peje y también ojalá que no les exijan estar vacunados. Merecen estar muy apretados con su guía moral.

El xix.— No se puede salir avante de todas las crisis. En los Estados Unidos es reglamentario y de ley poner aspersores de agua —contra incendios— en cada habitación, según los metros cuadrados, así como instalar en todos lados alarmas contra el humo. Eso no ha evitado que en los últimos días de este mes que termina, en Nueva York se hayan quemado departamentos, oficinas, tiendas, locales comerciales y todo tipo de bodegas en incendios que a diario difunde la prensa. Es decir, pese a todas las precauciones, cuidados y reglamentaciones, ocurren y son inevitables.

Lo mismo pasa cuando alguien se quiere lanzar al vacío: no hay redes que valgan entre las trabes diagonales de una torre de CFE, ni equipos inflables, escaleras —ni terapeutas especiales— que eviten una decisión tomada. Los “expertos” ciudadanos que han opinado de buen modo, sobre una publicitada tragedia ocurrida este domingo, suelen hablar de lo que no saben e imaginar situaciones con desenlaces felices sin ni siquiera evaluar la cantidad de inconvenientes y dificultades que la autoridad tiene para resolver un hecho, en un terreno que físicamente jamás han visto los opinadores. De buenas intenciones está empedredado el… Periférico y diario hay accidentes.

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