Cuentos para estimular el aprendizaje

Con tan solo seis años de edad, Alondra Sánchez, escribió, junto a su madre, su primer cuento. Se trata de “A chiquiratona no le gusta bañarse” y explica, a manera de álbum, una de las tareas que muchas veces cuesta trabajo que los niños hagan.

“Yo, como muchos papás y mamás, no veía a mi hija porque tenía que trabajar y entonces, como en mi casa se lee, la opción natural para explicarle cosas como la separación por el trabajo o demás era haciendo cuentos. Y ella, como niña, no se quería bañar o no se quería lavar los dientes, cosas cotidianas que no quieren hacer los niños y se nos ocurrió hacer un cuento”, explicó Patricia Garfias Cáceres, mamá de la pequeña.

El nombre, el cual fue puesto por ella, surge ya que cuando era más pequeña se le apodaba “chiqui”, -y le dije que no seas como los ratoncitos sucios. De ahí surgió chiquiratona y ella fue creando la historia. Yo la estimulaba preguntándole”.

La creación del cuento tardó dos años. Alondra narraba y narraba hasta tener la historia, misma que se convertiría en un libro de este género. “Ya nada más se hizo un trabajo de edición y ella fue la directora creativa, dijo cómo quería al personaje y lo dibujó…”, agregó.

“Creo que fue fácil porque lo tomamos como un juego, incluso fue un proceso larguísimo de la creación del cuento y hasta que estuvo listo fue que se me ocurrió hacer el libro, como no había presión fue algo fácil, fue literal tomado como un juego”, abundó.

Aunque para esta obra trabajaron con la editorial que representa, Garfias Cáceres compartió no ser necesario recurrir a una.

“Yo les digo a los papás, a las mamás, que no necesita llevar el libro a la editorial o a estos procesos que serían hasta costosos, sino que cualquiera puede crear cuentos con sus hijos, que por naturaleza están creando historias. A veces no los pelamos, pero siempre lo hacen”, expuso.

“A chiquiratona no le gusta bañarse” consta de 18 páginas. Se imprimieron 500 ejemplares y se puede encontrar en la librería y editorial Proceso, pero también en algunas cafeterías que funcionan como Centros Culturales.

Texto y fotos: Jesús Gómez

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