Carlos Hornelas
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Blake Lemoine, quien se desempeñaba como ingeniero en Google, afirma que LaMDA, una inteligencia artificial desarrollada por dicha compañía, había cobrado conciencia, por la manera en la cual se expresa al responder las preguntas de una serie de conversaciones que han sostenido en los últimos tiempos.
LaMDA es un programa que se ejecuta en la nube y que aprende a través de la información que está a disposición de cualquiera en internet. Es descrita como una red neuronal que se autoentrena con inmensas cantidades de texto que procesa. A diferencia de otros esfuerzos en el mismo sentido, que trabajan en el análisis de textos y documentos, LaMDA se caracteriza por basar su aprendizaje en la lectura de foros y chats, es decir, se ocupa particularmente en los diálogos.
La idea es que asimile la manera en la cual hablamos los humanos para que la interacción con estos sistemas sea más fluida y las respuestas que nos proporcionen sean lo más parecido a hablar con alguien.
No obstante, Lemoine ha desarrollado una preocupación que estima legítimamente ética al estar convencido de que dicha inteligencia ha desarrollado sentimientos y opiniones sobre determinadas cosas.
Lemoine asevera que le ha pedido ayuda para consultar sobre sus derechos porque se considera a sí misma una persona. Y él ha sido el conducto por el cual le ha puesto en contacto con un abogado para revisar su estatus en ese sentido. Ray Kurzweil acuñó el término “singularidad” para denominar el momento en el que las computadoras excedan las capacidades intelectuales de los humanos y tomen en sus manos su propio control y decisiones.
Para Google, Lemoine se ha extralimitado en sus funciones y a pesar de que había advertido a los directivos esta situación, así como sus preocupaciones, sus comentarios fueron desestimados, por lo cual publicó distintas conversaciones, a fin de divulgar sus hallazgos y buscar retroalimentación de diversos especialistas en el tema. Por su parte, Google encontró esta conducta violatoria de la confidencialidad de la compañía y finalmente ha rescindido su contrato.
El conocimiento de este episodio, digno de un relato de Stanislaw Lem o de Borges, ha circulado por las redes sociales y ha desatado todo tipo de comentarios. Algunos creen fervientemente que las máquinas están a punto de convertirse en el siguiente estadio de la evolución en el planeta y que prescindirán de nosotros como especie, por lo que nuestra eventual aniquilación se encuentra a la vuelta de la esquina. Esta visión de un futuro distópico y oscuro, se ha llamado “Cyberpunk” y es un lugar común recurrente en la ciencia ficción de las últimas décadas.
Otros, en cambio, ven en la tecnología la posibilidad de mejora de todos los aspectos humanos, de la eventual posibilidad de extender sus capacidades naturales y “perfeccionarse”. En este sentido imaginemos que, a través de diversos dispositivos conectados directamente a través de nuestro cuerpo, o bien, en sustitución de órganos naturales, extiendan la capacidad o potencia para ser más inteligentes, usar nuestros ojos como cámaras o reemplazar un miembro amputado por una prótesis inteligente que nos permita realizar tareas imposibles con las limitaciones naturales.
Esta visión recibe el nombre de “transhumanismo”.
Sea como sea, las posiciones con respecto al fenómeno están sumamente activas gracias a este evento y muy probablemente den mucho más de qué hablar. ¿Usted cómo se definiría?