La nanorobótica, tal como sucede con el grafeno, es un término que lleva años en boca de los investigadores, pero que aún no ha explotado a escala de producción industrial.
Todo el mundo es consciente de su potencial, pero los obstáculos técnicos siguen ahí. Por suerte, a paso firme, la investigación avanza. El último invento que permitiría dar un salto de gigante a los robots más minúsculos del mundo es una cámara que apenas tiene el tamaño de un grano de sal.
Imagina por un momento que, en lugar de utilizar un aparatoso TAC o una intrusiva endoscopia, bastara con un robot casi invisible que inspeccionase tus arterias o los rincones más inaccesibles de tu corazón. Es el tipo de aplicaciones que podría permitir la nueva cámara diseñada por científicos de la Universidad de Princeton en EE. UU.Tiene el tamaño de un grano de sal y funciona de una manera radicalmente distinta a las lentes tradicionales.
Una alianza entre metasuperficies y redes neurales
Los inventores de este nuevo dispositivo afirman que la calidad de imagen es similar a la de una cámara con un tamaño 500 000 veces mayor. Para lograrlo han tenido que reinventar el concepto de cámara y recurrir a una combinación de hardware y software basado en redes neurales. Así es como lo han conseguido.
Por un lado, su cámara se parece más a un microchip que una lente. De hecho, el material básico es el nitruro de silicio, empleado en la producción de semiconductores. Gracias a él, en lugar de utilizar una lente para curvar los rayos de luz, han introducido 1,6 millones de cilindros en un espacio inferior a medio milímetro. Cada uno de esos cilindros tiene un tamaño distinto para emular el efecto de una lente. Así, operan cómo antenas ópticas. En él argot científico, este conjunto se conoce como “metasuperficie”.