Eclipse solar emociona a los sudamericanos

Es como la calma que antecede a un gol. El jugador gambetea desde la media cancha, derribando defensores. El público queda en silencio. Suben las palpitaciones, la mirada se nubla y apenas alcanzamos a divisar que la pelota da en el ángulo. El acierto matemático, en este caso de la Luna que se interpuso por completo al Sol, se sintió como una ovación en Bellavista, el pueblo ideal en Argentina para presenciar la totalidad del eclipse solar. La provincia de San Juan tuvo su momento de máximo protagonismo esta tarde.

“Impresionante, es una experiencia inigualable, difícilmente superable. Es un privilegio haber estado acá. Lloré, no pude contener las lágrimas, por más que te lo expliquen hay que vivirlo”, describía con su emoción a cuestas Sergio Scauso, profesor de un taller de Astronomía en Villa Dolores, Córdoba. Su grupo, 13 en total, saltaban, se abrazaban y hacían hurras al cielo ante tamaño espectáculo. Es que claro: si para turistas comunes y corrientes ya de por sí resultaba atractivo ver un eclipse solar, para las personas que se dedican a la astronomía esto era como un Boca-River o como una final de Mundial. No hay un espectáculo astronómico que puede presenciarse desde la Tierra y que supere al de un eclipse de este tipo.

El eclipse comenzó a sentirse por el frío repentino cordillerano. De golpe, bajó la temperatura de 16 a 9 grados. En menos de media hora, quienes se dieron cita en el pueblo minero de Bellavista pudieron apreciar en carne propia cómo se desplomaba el termómetro. Soplaba el viento fresco y, de a poco, el Sol comenzó a verse como una media luna, cada vez más fina, cada vez más extraño, desdibujado. Hasta que exactamente a las 17.39, el Sol quedó cubierto por completo.

Oscureció de repente, se vio la corona solar (como si fueran pelos a su alrededor) y aparecieron algunas estrellas.

Fue el momento de quitarse los anteojos de protección de rayos ultravioletas, esos dos minutos y medio que duró el eclipse era el único lapso en el que no hay daño a la vista. Se escuchó decir: “¡A sacarse los anteojos que ahora se puede¡ ¡A disfrutar de estos dos minutos inolvidables!”. Sin ataduras, se desató la locura: aplausos, risas, lágrimas, mucha emoción. Así se vivió entre los aficionados, los turistas y los científicos que coparon el predio de Bella Vista.

El show no había terminado, después del eclipse total, la naturaleza regala un nuevo efecto. Volvió el Sol, brillante y luminoso. Y de nuevo los aplausos.

Texto y foto: Agencia / EFE

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