Editorial de Peninsular Punto Medio

El mundo del fútbol y el deporte está de luto por la muerte de su más grande exponente: el rey Pelé.

Por otro lado, hay otro personaje cuya salud se ha deteriorado en las últimas horas, se trata del Papa Benedicto XVI, muy importante dentro de la religión católica.

Son dos noticias muy tristes para despedir el año, aunque así es el ciclo de la vida.

A estas horas usted seguramente ya leyó, escuchó o vio en televisión o redes sociales algunas de las notas biográficas que inundaron los medios de comunicación sobre Edson Arantes Do Nascimento, que, ayer, a los 82 años de edad, falleció víctima de cáncer de colon.

De acuerdo con las estadísticas, Pelé anotó mil 284 goles a lo largo de mil 363 partidos disputados. En 1974, Pelé anunció su retiro, pero se unió a las fuerzas del Cosmos de Nueva York donde duró 3 años y en 1977 abandonó las canchas definitivamente.

Además, el astro brasileño ganó tres Copas del Mundo, incluida la de México 70, por lo que los mexicanos lo comenzaron a seguir con mayor atención, pues la fama con la llegó al evento mexicano lo ratificó con el título mundial.

Realmente la importancia de Pelé en la cancha se trasladó a su vida personal, pues no se le conocen escándalos y menos problemas con drogas o la justicia. Fue un ejemplo con todas sus letras para los niños y jóvenes.

Tras su retiro de las canchas, se desempeñó como actor y en 1977 fue nombrado embajador de las Naciones Unidas, que también lo nombró “Ciudadano del Mundo”. Pelé también fue considerado como embajador de buena voluntad por la Unicef.

Hay hombres que dejan un legado indescriptible de su paso por la vida, ese sin duda es Pelé, quien se ganó a pulso el título de “O Rei”.