Editorial de Peninsular Punto Medio

Es cierto que el expresidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova, pudo realizar una mejor labor. No quiso bajarse el sueldo, pero tampoco es para que el presidente Andrés Manuel López Obrador, considere como falta de ética que Córdova labore en el portal Latinus o que dé cátedra en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Al terminar su gestión uno tiene que poner su propio negocio o ¿no puede recibir una oferta laboral? Sería diferente si existiera una ley que señale que, al terminar como titular del INE, éste no pueda trabajar en un medio de comunicación.

Al menos cuando aún era presidente del INE, AMLO hasta lo candidateó para que aspire a la presidencia de la República, pero Córdova dijo que eso era una mentira y que él iba a dar cátedra en la Unam, ya que por ley estaba impedido. Es probable que deje abierta la posibilidad que en un futuro aspire a un puesto público, pero al menos para la siguiente elección está impedido. 

La molestia de López Obrador es que rápido halló trabajo y no en un partido político. Es cierto que en el INE los sueldos eran demasiado altos, tomando en cuenta el promedio salarial que existe en México.

Al salir del instituto Córdova Vianello, como buen abogado y que sabe leer el actuar del presidente, que suele ser muy predecible, alegó que sería sujeto de una persecución. López Obrador no tardó en contestarle que “el que nada debe nada teme”, pero, desafortunadamente, la Cuarta Transformación no logró sepultar lo que se conoce como persecución, la cortina de humo, los juicios mediáticos en lugar de que estos sean legales, en los juzgados.