Editorial de Peninsular Punto Medio

La Suprema Corte de Justicia de la Nación anuló ayer una parte del Plan B de la reforma electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador.

La decisión ha desatado cientos de comentarios y opiniones a favor y en contra. Por lo menos así se puede leer en las redes sociales y/o ver o escuchar a los comentaristas en los programas de radio y televisión.

Es previsible que el presidente López Obrador tronará en contra de la decisión desde la conferencia mañanera de este martes. Ya el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, dijo que hay que aplicarse para el Plan C, que no es otra cosa que ganar la mayoría calificada para ambas cámaras del Congreso de la Unión en el 2024.

Pero aguas. Los contrapesos son buenos para la democracia, esa que debe seguir siendo la vía por la que se llega al poder en México. Es decir, las elecciones deben seguir siendo la arena política en la que se resuelva quien llega al poder, por lo que es peligroso el carro completo. Es mejor los contrapesos a una “dictadura” surgida de las urnas.

Por lo pronto, todavía falta que la Corte decida sobre otros recursos de constitucionalidad sobre el resto del Plan B u otras leyes que fueron cuestionadas por la oposición. Y es que, si el criterio es el mismo, hay pocas posibilidades para rescatar alguna de las leyes o normas que aprobó la mayoría de Morena y sus aliados a finales de abril.

Pero para qué hacerle al adivino, mejor vamos a esperar cómo se desarrollan las deliberaciones de la Corte, cuya única función es interpretar la Constitución Mexicana, nos guste o no.