Editorial de Peninsular Punto Medio

La precandidata de la Cuarta Transformación, Claudia Sheinbaum Pardo, cerró ayer la precampaña en un acto masivo, que llenó la explanada del Monumento a la Revolución y las calles aledañas, en la Ciudad de México.

Se esperaba que la manifestación a favor de la abanderada de los partidos Morena, PT y Verde Ecologista de México fuera así de grande, pues la expectativa de lo que iba a decir en el discurso atrajo a miles.

En el acto, como usted seguramente ya leyó, dio pie a la aparición pública de Marcelo Ebrard Casaubón y Adán Augusto López Hernández, quienes compitieron por la nominación y fueron vencidos por la ahora precandidata.

Como se recordará, el excanciller tomó “unas largas vacaciones” luego de su intento por reventar el proceso interno, en donde acusó cargada a favor de Sheinbaum Pardo por parte de funcionarios federales. Tras no tener éxito en su denuncia pública, mediática y ante el propio partido, Ebrard terminó por aceptar los resultados.

Es más, hasta se sintió con derecho de reclamar ser la segunda fuerza al interior de Morena, lo que fue desmentido a las pocas horas por Claudia Sheinbaum, pues ese partido no permite las corrientes (tribus) internas, que tanto daño le hicieron al PRD.

De don Adán poco hay que decir. Aceptó su derrota, pero se fue a rumiar su coraje a Tabasco, en donde operó todo para que sus aliados vayan quedando en las candidaturas más importantes, tanto que su hermana Rosalinda resultó la abanderada de Morena al Senado de la República, por encima la alcaldesa de Centro (Villahermosa), que había quedado segundo en la encuesta para la gubernatura en ese estado.

Ya habrá tiempo de analizar el discurso, pero, para nosotros, estuvo a la altura de las circunstancias, pues reclamó para la izquierda la lucha por la democracia.