El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, resaltó la encomienda que realizó Jesús a los Apóstoles que fue que vivan con entusiasmo el Evangelio, al señalarles que “vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura” (Mc 16, 15).
Agregó que esta tarea es de todos los miembros de la Iglesia, no sólo de los clérigos. Hay algunos envíos oficiales de la autoridad del Papa o de un obispo, pero cada bautizado debe saberse permanentemente enviado, para que, en medio de su familia y en medio de sus quehaceres, pueda estar siempre llevando la Buena Nueva con su testimonio de vida.
Señaló que la primera lectura es del Libro de los Hechos de los Apóstoles como lo ha sido durante todo el tiempo de Pascua, pero ahora nos regresamos al inicio del texto, donde el autor, que es san Lucas, se dirige a su destinatario, que es un tal “Teófilo”; así que podría tratarse de una persona en concreto que llevaba ese nombre, así como de un nombre genérico, pues “Teófilo” significa “amigo de Dios”, y por lo tanto, está dirigido a ti, a mi y a todos los amigos de Dios.
Aseveró que, en principio, se refiere al primer libro y su contenido, el cual no es otro sino el tercer Evangelio, el de san Lucas, que narra todo lo que Jesús hizo y dijo.
“Ahora viene el libro actual en el que narrará el nacimiento de la Iglesia y su desarrollo en los primeros años del cristianismo, mismo que inicia, repitiendo la narración del momento de la Ascensión del Señor, para conectar ambos libros, que son una sola obra en dos partes”, expresó.
Resaltó el hecho de que Jesús les ordena que permanezcan en Jerusalén en espera del Espíritu Santo, que vendrá a bautizarlos conforme a la promesa del Padre. Luego destaca la pregunta que le hacen a Jesús: “Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?” (Hch 1, 6), pues con esa pregunta denotan que no entendieron el mensaje ni la misión de Jesús, ya que sólo mantenían la esperanza del restablecimiento del reino de Israel, mientras que Jesús vino a anunciar un Reino Universal para los creyentes de cualquier nación.
Afirmó que Jesús no se desespera ante esta pregunta, sino que aprovecha para anunciar al Espíritu que vendrá sobre ellos y los fortalecerá para ser sus testigos “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra” (Hch 1, 8).
Indicó que también destaca en este relato el dulce reproche de los ángeles que les dicen que ya no sigan ahí parados mirando al cielo. “La Iglesia no nació para estar parada y viendo al cielo, sino que su vocación es misionera, para estar atenta a las realidades de este mundo, para iluminarlas con la luz del Evangelio. Jesús no bajará del cielo para solucionar nuestros problemas, pero está junto a nosotros de un modo nuevo para que, alentados por su Espíritu, nosotros los enfrentemos con los criterios de Dios”, recalcó.
Texto y foto: Darwin Ail