CARLOS HORNELAS
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El inicio de su mandato actual, Donald Trump sorprendió a propios y extraños con una serie de nombramientos dentro de su administración. Uno de ellos fue el del multimillonario Elon Musk, quien ocupa el cargo de director del Departamento de Eficiencia Gubernamental de reciente creación, DOGE, por sus siglas en inglés.
El objetivo de dicha oficina es, según se dice, reducir la burocracia y la optimización de los gastos federales, así como el desmantelamiento de la burocracia gubernamental innecesaria. No obstante, no queda muy claro a qué se refieren con esto. Para empezar, ¿qué se entiende por eficiencia en el gobierno? Esto, más bien suena como a un plan de reducción de gasto discrecional a sectores, áreas o departamentos que no son simpatizantes de Trump y algunos de esos recortes a sugerencia de un empresario sin experiencia alguna en la administración pública y con algunos rencores hacia ciertas agencias.
Las decisiones de Trump, erradas o no, populares o no, estrafalarias o no, estemos de acuerdo o no, son legítimas porque provienen de su investidura, de un cargo que logró por el resultado de las elecciones, lo cual le dota de legitimidad.
Sin embargo, las decisiones que puede tomar Musk no cuentan más que con el respaldo del presidente.Aunque en las conferencias de prensa quiera pintarlo de otra manera. Musk dice que su trabajo consiste en “restaurar la democracia, que está en manos de una burocracia que se ha alejado de los ciudadanos”. ¿De verdad Musk cumple con la representatividad adecuada para que se confíe plenamente en su criterio?
El fin de semana sonaron las alarmas cuando se conoció que, como parte de sus prerrogativas, tiene acceso al sistema que controla la información de cuentas bancarias, números de seguridad social y la recaudación de impuestos. Y parece que su poder no se limita al acceso.
Esto ha generado consternación en diversos sectores porque no hay transparencia acerca de las directrices, políticas o principios que guían su tarea. Sistemáticamente ha eludido preguntas de periodistas y audiencias con legisladores. Por ejemplo, aquella en la que se le cuestionaba si sería totalmente imparcial en la aplicación de sus políticas con relación a sus propias empresas que tienen contratos federales con el gobierno.
De hecho, un juez federal ha emitido una orden para bloquear el acceso concedido por Trump a Musk para tener acceso a información personal y de carácter confidencial de millones de personas a través de los registros del Departamento del Tesoro. A este suceso en particular el mandatario ha respondido en algunas conferencias que habrá que revisar el papel que juegan los jueces que no están viendo por el interés de los ciudadanos americanos.
Recordemos que como empresario se ha quejado del entorno que describe como “sobre regulado” que, según él ha impedido el crecimiento y consolidación de diversas industrias en las cuales tiene intereses o incluso acciones.
Desde esta perspectiva, podría supervisar y hasta desmantelar las agencias que han limitado sus operaciones y negocios a nivel nacional. Y a nivel internacional, cabe destacar que la rentabilidad de Tesla como principal productor de vehículos eléctricos depende, en gran medida de que China entre de lleno al mercado americano. ¿Puede ser acaso que Elon Musk tenga una agenda propia y ejerza el poder detrás del poder?