El Quijote de Menard

Por María de la Lama

En Pierre Menard, autor del Quijote, Borges escribe de un poeta con este nombre, cuya obra ha sido injustamente pasada por alto por la academia literaria. Desde la voz de un crítico literario, cuenta el extraño proyecto de Menard de escribir El Quijote de nuevo, a principios del siglo XX. Trescientos años después de que Cervantes lo escribiera por primera vez.

Menard no quería transcribir El Quijote, sino escribirlo de nuevo. Y no escribir uno Quijote nuevo: “Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran palabra por palabra y línea por línea con las de Miguel de Cervantes”. Llegar al Quijote a través de las experiencias de Pierre Menard. Y lo consigue, afirma el narrador: el poeta escribe los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte del Don Quijote, y un fragmento del capítulo veintidós.

“Es una revelación cotejar el Don Quijote de Menard con el de Cervantes. Éste, por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, noveno capítulo):

… la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.

Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el “ingenio lego” Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, escribe:

… la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.

La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William James, no define la historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió. Las cláusulas finales —ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir— son descaradamente pragmáticas.”

Como en muchos absurdos de Borges, las risas ante el Quijote de Menard revelan preguntas. Algunas hablan de hermenéutica: ¿Dice lo mismo Menard que Cervantes, en textos idénticos? ¿Cómo debemos leer e interpretar? ¿Desde el contexto; desde la ubicación del autor como hombre situado? ¿O como un conjunto de signos? ¿Como un código a interpretar de forma aislada, cotejando palabras y significados? Otras preguntas se esconden y te dejan solo con la risa.

“También es vívido el contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard —extranjero al fin— adolece de alguna afectación. No así el del precursor, que maneja con desenfado el español corriente de su época”.

 

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