El vestido blanco…

Una tarde de primavera la niña había visto a una novia salir de la iglesia, radiante y feliz, pura y bella en su hermoso vestido blanco, tan vaporoso y deshecho en volantes, con su enamorado novio de la mano, todo amor y emociones. Le pareció una estampa delicada y bonita, y al llegar a casa la dibujó… La calle, los pétalos de rosa, los pliegues del vestido…

Desde entonces la pequeña, que se llamaba Victoria, se aficionó a dibujar princesas de largos cabellos oscuros y ondulados con preciosos vestidos blancos, largos, con faldas de fantasía y vuelo, con pedrería a la altura de la cintura…tan dulces y envueltos en duende… Victoria dibujaba muy bien… Era exquisita en el trazo, magnífica con el color…

Su hermano Carlos, en cambio, pasaba minutos y horas entre capotes y muletas, toreando de salón, leyendo sobre ganaderías… Le fascinaba el toreo. Los dos se llevaban muy bien, y compartían cada uno la pasión del otro. Victoria acudía con él al campo y a las plazas de toros, el chico la acompañaba contento a museos y exposiciones.

Victoria tomaría su Primera Comuniòn en mayo. Adoraba los vestidos de novia que veía, especialmente los que eran de corte flamenco, y muy blancos! Mamá la sorprendió con uno para ella sencillamente especial. Blanquísimo, sensible, el vestido de una nena que comulga por vez primera, con lazo en las mangas, con falda suave y brillante…

Victoria lo adoró y soñó con su iglesia… Y con su día. Soñó que su hermano le regalaría cuentos taurinos y un clavel blanco… y justo así fue cuando finalmente llegó el día anhelado…

Dedicado a cada princesa de cada casa
Dedicado a Vicky Martín-Berrocal
Dedicado a Luisito, príncipe que lucha

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