En Maní creen que ánimas permanecen en el mundo terrenal todo noviembre

MUNICIPIOS DEL SUR.- Maní, municipio que es referente de la preservación de la cultura y la tradición en el parte sur del estado.

Considerado como un pueblo mágico, lo identifican las calles, su gente y su actividad económica basada en la agricultura, la elaboración de prendas artesanales, así como un lugar que se ha posicionado a nivel nacional e incluso internacional por su rica gastronomía que le ha dado fama como lo es el Poc Chuc.

El cenote de Xcabaché, en el cual hay una leyenda que hace referencia a una descripción apocalíptica del fin del mundo y en donde se narra que habrá una seria escasez de agua y que sólo en en ese cenote se podrá encontrar ek vital líquido, leyenda que narra que el príncipe Tutul Xiu, al tocarse la trompeta, se colgará la soga desde Maní hasta Tho (así se le conoce a la ciudad de Mérida), en donde correrá el caballo del príncipe Tutul Xiu.

En este lugar se acostumbra celebrar el Hanal Pixán apegado a las costumbres y el respeto que se tiene sobre las ánimas, que según la narrativa popular deambulan en el mundo terrenal todo el mes de noviembre, recorriendo diversos lugares que en vida los fieles difuntos caminaron o recorrieron.

Las celebraciones del BIX de los fieles difuntos es la última ofrenda a las ánimas, sobre todo a las que no fueron recordados por sus familiares en el pasado 31 de octubre y primero de noviembre.

El concepto de la vida y la muerte entre los mayas persiste mediante un sincretismo cultural y religioso, es una dualidad que se presenta en tres planos: el celestial, con 13 espacios; la tierra y el inframundo, el último con nueve espacios, Óoxlajuntik´ul y Bolontik´ul, esto generalmente representada por el árbol de La Ceiba, que proyecta estos tres planos de la cosmovisión maya mezclado con el catolicismo que trajeron los españoles y que los nativos adoptaron de manera particular.

De acuerdo a las creencias, al finalizar noviembre las ánimas regresan al lugar de donde vivieron y será hasta el próximo año cuando regresen por sus ofrendas.

Texto y foto: Bernardino Paz Celis