Desde el eje Mujeres y Territorios de la organización Reflexión y Acción Feminista (RAF), se impulsa el proyecto “Entornos Amables”, una iniciativa comunitaria que busca mejorar las condiciones del espacio público desde una mirada interseccional, de género y con enfoque de cuidados.
Paola Becerra, coordinadora del eje, explica que este trabajo parte del reconocimiento de que las ciudades no están siendo habitadas en igualdad de condiciones. Mujeres, infancias, juventudes, personas con discapacidad y otras identidades viven distintas formas de violencia cotidiana en la vía pública.
“Nuestro enfoque es intergeneracional y de género, lo que significa que no sólo pensamos en las mujeres, sino también en las infancias, juventudes y personas con otras expresiones de género que han enfrentado vulneraciones en los espacios urbanos”, señaló.
Acción colectiva
El proyecto arrancó con la necesidad de generar datos actualizados sobre las violencias vividas en la calle, no sólo por razones de género, sino también por condiciones de movilidad. En colaboración con organizaciones como Ciclo Turix y el Observatorio de Movilidad Ciudadana, RAF participó en el primer conteo ciclista ciudadano.
Esta información permitió identificar cinco zonas prioritarias en Mérida para su intervención: zona sur, colonia Vergel (oriente), glorieta Monumento de las Haciendas, la avenida Canek y la zona denominada 50 (cerca del centro-sur y la Reserva Cuxtal).
Las zonas fueron seleccionadas por la coincidencia entre siniestros viales, uso habitacional del suelo y alta movilidad no motorizada.
Intervenciones
En 2023 se trabajó en la colonia Vergel con una intervención comunitaria que incluyó mapeos de percepción, biciescuela para infancias y acciones de urbanismo táctico, como topes y señalizaciones alrededor de una primaria.
Las madres y cuidadoras del entorno escolar adoptaron estrategias propias para cerrar las calles durante las horas de entrada y salida, demostrando el poder de la organización vecinal para mejorar la seguridad vial.
En 2024, el proyecto se trasladó a la zona sur, en la Preparatoria No. 3 de la Uady. Ahí se realizó un nuevo proceso de biciescuela, ahora dirigido a juventudes, y un ejercicio de arte comunitario: un mural que quedó como testimonio y mensaje permanente dentro del plantel.
“Este mural simboliza cómo las y los estudiantes sueñan sus ciudades: más seguras, inclusivas y cuidadoras”, explicó Paola Becerra.
Deuda pendiente
A lo largo de las intervenciones, RAF ha visibilizado la falta de infraestructura adecuada para personas que se mueven con carriolas, sillas de ruedas o dispositivos de apoyo. Las banquetas, cruces y vialidades continúan representando un riesgo para muchas personas.
“En Mérida sigue pendiente una política urbana centrada en los cuidados. No se ha garantizado el derecho a la ciudad para quienes cuidan y para quienes requieren ser cuidadas”, añadió.
Planes para 2025
Actualmente, RAF se encuentra en proceso de selección para determinar en qué zona de la ciudad se realizará la siguiente intervención.
Se contempla la posibilidad de dar seguimiento al trabajo iniciado en Vergel, dado que la relación con las cuidadoras continúa activa.
La decisión final dependerá de las visitas a territorio, los vínculos comunitarios y el nivel de compromiso mutuo para sostener el proceso, el cual tiene una duración estimada entre los cuatro a seis meses.
RAF ha mantenido colaboración con instituciones como la Universidad Modelo, la Universidad Pedagógica Nacional y la Uady, que han abierto espacios para acompañar y replicar estas acciones. Sin embargo, la respuesta desde instancias gubernamentales locales ha sido limitada.
“Somos parte de esta ciudad. Nacimos y vivimos aquí. Hemos sostenido el proyecto gracias a alianzas afectivas y académicas. Creemos que hace falta voluntad institucional para caminar hacia una Mérida más habitable para todas y todos”, concluyó.
Datos a destacar
El trabajo parte del reconocimiento de que las ciudades no están siendo habitadas en igualdad de condiciones. Mujeres, infancias, juventudes, personas con discapacidad y otras identidades viven distintas formas de violencia cotidiana en la vía pública.
El proyecto arrancó con la necesidad de generar datos actualizados sobre las violencias vividas en la calle, no sólo por razones de género, sino también por condiciones de movilidad, por ello, establecieron vínculos con otras agrupaciones.
Texto y fotos: Andrea Segura