Por Gabriel Ortiz
La Copa Oro está por llegar a su fin y la primera prueba del seleccionado y su entrenador, el argentino Martino, ha sido más difícil de lo que en el papel se esperaba.
Ante el primer rival serio del torneo ,el tricolor se tambaleó y gracias a la figura de Guillermo Ochoa concretó su paso a la siguiente ronda. Hay que reconocer que el equipo mexicano no cometió errores y que fue principalmente la falta de contundencia hacia el arco contrario lo que complicó el trámite del encuentro al punto de tener que definir el boleto mediante el cobro desde los once pasos.
Entonces, ¿cuál es el reclamo? Tal parece que aun con el “Tata” Martino y una camada de jugadores nuevos, el equipo muestra la misma cara de siempre.
Hay que sumar la falta de talentos individuales que destaquen y sean referente de la selección fuera del campo y desde luego adentro. Raúl Jiménez pasa por un gran nivel, pero errores como el de anoche al fallar el penal impiden que se convierta en la figura que se cargue al equipo en los momentos difíciles.
Andrés Guardado aporta experiencia y liderazgo pero es claro que el físico ya no le permite dar el extra cuando se necesita. Pizarro, Montes y otros tienen aun mucho que recorrer y es ante rivales de la zona donde deberían tratar de sobresalir; por el contrario, pese a tener la liga profesional más consolidada de norte américa, el nivel de estos jugadores es similar al de futbolistas de otras ligas. Cuando tu portero es la figura y el gran héroe durante dos mundiales seguidos y ahora en la Copa Oro, entonces tienes un problema.