Un clamor por la paz en Ucrania, Tierra Santa y en todo el mundo es lo que se oyó este lunes en el santuario de Fátima, en Portugal, donde se celebró la peregrinación anual presidida este año por el arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella. Miles de fieles procedentes de distintos rincones del planeta se dieron cita en la explanada de este recinto religioso, situado a unos 130 kilómetros de Lisboa, pese al viento y la llovizna que caía en la zona.
La peregrinación se inició el domingo, pero el día cumbre fue este lunes cuando tuvo lugar la bendición de los enfermos, la misa y la procesión del adiós.
Ante el mal tiempo, el arzobispo Omella decidió prescindir de la lectura de la homilía que tenía escrita e improvisó un sermón más corto, que pronunció en español y en el que instó a la paz.
“¿Cuántos países hay en guerra? ¿Cuántas familias están en guerra? ¿Cuántos corazones están divididos y en guerra? Pidamos, pidamos la paz”, exhortó el cardenal, expresidente de la Conferencia Episcopal española, quien recordó que el papa Francisco habla “muchas veces” de que actualmente hay una tercera guerra mundial en fases.
“Oremos por la paz en el mundo, en Ucrania, Rusia, en la Tierra Santa, en África, en América, en Asia. ¿Cuántos países necesitan y reclaman la paz?”, preguntó el arzobispo de Barcelona.
Animó a los fieles a ser “misioneros en todo el mundo” para llevar a cabo una misión evangelizadora y les urgió a vivir “unidos” y en fraternidad: “No podemos estar divididos”, consideró el religioso, quien avisó que sin la fraternidad ni la comunión no se puede ser portador de la paz.
El cardenal no quiso terminar su discurso sin hacer una pequeña broma y felicitar a su traductor al portugués, quien ayer cumplía años. Precisamente este lunes también era el cumpleaños del peregrino Jorge Guillermo García Marcelo, que había venido directamente de Chiclayo, en el norte de Perú, para celebrar su onomástica en Fátima, junto su hermano, su sobrina y su marido, que viven en Bélgica.
“Quería darle las gracias a la Virgen por haberme traído al mundo un 13 de mayo, hoy hace 80 años”, dijo a EFE Marcelo, quien precisó que es la primera vez que viene a Fátima.
Afirmó que quería pedirle a la Virgen “paz en el mundo, no violencia contra la mujer, que ella nos trajo a su hijo, Jesús, al mundo, y paz, amor y unidad, y mejores gobiernos en el mundo”.
El culto a Fátima tiene su origen entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, período durante el que tres niños portugueses -Lucía, Jacinta y Francisco- aseguraron que habían sido testigos de varias apariciones de la Virgen.
Los tres menores, que eran pastores, explicaron que la Virgen les hizo varias revelaciones en esos encuentros, que conforman la profecía de Fátima.
Los relatos de las apariciones convirtieron a Fátima en un lugar destacado de peregrinación para los creyentes, que cada año visitan por miles este pequeño enclave portugués.
Texto y foto: EFE