Fuera de la moral

 

Quiero hablar de algo que dijo Kant. De un punto fundamental de su teoría moral que tiene implicaciones para todos los que vivimos en el mundo que él atravesó para siempre: su afirmación de que cumplir con las leyes de la moral es lo único racional para el ser humano.

Es tentador amarrar la moral a la razón. Debemos seguir las leyes, dice Kant, porque si no contradecimos a la razón, y un sistema contradictorio es insostenible, o por lo menos inútil. Si de la razón se sigue necesariamente que debemos actuar moralmente, podemos afirmar que es inncecesaria la pregunta de por qué debemos ser morales, y esto nos ahorra muchos problemas.

Sin embargo, ocurre que hay gente que se hace la pregunta de por qué actuar conforme a la moral (bastante gente), e incluso, hay gente que concluye que no hay ninguna razón para hacerlo. Y ocurre también que, cuando nos enfrentamos a aquél que no quiere actuar moralmente, que no quiere aceptar las condiciones de posibilidad de la moral, no tenemos nada qué decirle. Si se incurriera en una contradicción lógica, sería sólo cuestión de demostrar el error, pero, ¿qué podemos decirle a John Wayne Gacy, quien asesinó a 33 personas, cuando niega su libertad diciendo “Me veo más como una víctima que como un criminal. Me arrebataron mi infancia”? Si la libertad no puede ser probada, sino sólo presupuesta como condición de posibilidad de la moral, ¿cómo contradices a Joseph Kallinger, que asesinó a tres personas y torturó a cuatro familias, cuando éste afirma que “Sólo estaba siguiendo la voz de Dios”? Y si la necesidad y universalidad del comportamiento moral tampoco puede ser conocida, sino sólo supuesta, ¿qué arma hay contra Arthur J. Shawcress cuando éste acepta sin remordimiento que es malo? (Remorseless Fiction, 2010)

No es necesario llevarlo a esos extremos. Todos podríamos reconocer un argumento que demuestre que comer carne no es sostenible de manera universal, o reconocer como válido que lo objetivamente justo es que los ricos les den dinero a los pobres, y aún así negarnos a dejar de comer carne o a darle dinero a los pobres. Puedo alegar que sí, eso es lo moral, pero que me gusta demasiado la carne y el dinero.

Esto sostiene el filósofo Peter Singer en el último capítulo de ética práctica: es posible, dice, un grupo de personas que no encuentren error en el argumento (uno que formula él a favor del vegetarianismo y el altruismo), y que, sin embargo, decida no actuar conforme a la moral por razones egoístas. ¿En dónde está en este caso la supuesta contradicción lógica? Me parece antintuitivo sostener, como Kant, que este grupo de personas no está actuando de forma racional. Si hay una contradicción, ésta es bastante trivial, porque no convence a nadie de que deje de ser egoísta. Y una contradicción lógica no es nunca trivial; salta a la vista y es insoportable porque destruye la posibilidad de que un sistema sea comprensible.

Creo que Kant le asusta la conclusión de que convencer a un ser racional de que sea ético no es tan simple como convencerlo de que acepte como válido el principio lógico de la no contradicción. Pero yo creo que la razón no nos obliga a actuar éticamente, y que por lo tanto siempre habrá marginados; parias que no aceptan las condiciones de posibilidad de la moral: los psicópatas que sostienen que son inocentes porque los traumaron, los locos o fanáticos que dicen oír voces, o los egoístas que simplemente aceptan, sin remordimiento, que su comportamiento no es universalizable (y estos pueden ir desde el violador o el narcotraficante, hasta el lector de Peter Singer que sigue comiendo carne, y orgullosamente).

Por María de la Lama Laviada*

mdelalama@serloyola.edu.mx

* Yucateca. Estudiante de Filosofía en la Universidad Iberoamericana.

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