Salvador Castell-González
Esta semana a ritmo de banda nuevamente debemos tocar el tema de la gentrificación. Este fenómeno neocolonialista de migración de personas de países con alto poder económico a los núcleos de población de países con menor poder económico. Un fenómeno que está ocurriendo mucho en Latinoamérica y México no es la excepción.
Esta semana los mexicanos y mexicanas se manifestaron apoyando para cumplir el récord Guinness de mayor número de personas tocando banda en la bahía de Mazatlán, una respuesta a la presión de los nuevos habitantes de las zonas exclusivas de no escuchar esa estridente música local.
Este proceso de desplazamiento socio cultural esta ocurriendo en todo el mundo, pero Latinoamérica particularmente es un lugar perfecto para que ocurra este fenómeno por nuestra dependencia y amor al dólar, aunque tampoco se desprecia el euro.
Pero es posible esta reactivación económica de los centros socioculturales de las ciudades Latinas sin perder su esencia, sin perder la cultura que caracteriza y tanto atrae al turismo.
Hay ciudades con mucha cultura en otras regiones del mundo como sucede en regiones de Europa, donde estas comunidades culturalmente interesantes y tractoras de turismo basan su desarrollo en explotar su cultura y tradiciones, manteniendo la esencia de sus sociedades.
En México este fenómeno de la gentrificación es muy evidente en Yucatán, donde explotamos a la cultura maya para muchos procesos culturales, pero generalmente no están involucradas las comunidades mayas. Explotación de una cultura sin invitar a los que viven esa cultura tiene todo el sello de un oportunismo cultural.
Pero es posible entonces reactivar la economía e involucrar a los núcleos de población sin perder su esencia. La respuesta es sí, pero es necesario fortalecer a los pobladores originales, darles herramientas de negocio, incluso involucrar al INAH para poder hacer las modificaciones pertinentes sin caer en una situación de daño al patrimonio cultural.
Este proceso de reactivación económica basada en la cultura es posible y esperamos que este proceso que está fagocitando las principales ciudades en Latinoamérica no termine desapareciendo parte de nuestra cultura y dejemos de contar las vaquerías en el barrio de Santa Lucía.
Un visitante, un migrante debe adaptarse a la cultura de la región a la que migra, la mezcla de cultura ha creado cosas fabulosas, pero el proceso como está ocurriendo está más parecido a una conquista, una colonización.
Hace más de 500 años fuimos invadidos y se impusieron las culturas, al parecer este fenómeno está ocurriendo nuevamente, pero con la imagen de una política pública, que por cierto muy mal planeada solo está ocasionando la pérdida de identidad de los centros de población.
Hoy nuestro México ha ritmo de banda ha demostrado que somos muy hospitalarios, pero no estamos dispuestos a una nueva colonización.