La actriz Geraldine Chaplin ha vuelto a Suiza para visitar por primera vez el museo Charlie Chaplin, dedicado a su padre, y allí reencontrarse con su niñez y reflexionar sobre su trayectoria en el cine.
“Entrar aquí ha sido como regresar a mi casa, como si el tiempo no hubiese pasado. Estos sillones son los mismos, mi padre se sentaba aquí y mi madre allá”, dijo Chaplin.
Ubicado a orillas del lago Léman, en la casa del pequeño pueblo suizo en el que Chaplin (1889-1977) vivió los últimos años de su vida, el museo alberga más de 30 personajes de cera, que ilustran el mundo de Charles Chaplin y que va desde su tercera y última esposa Oona O’Neill -madre de Géraldine- a políticos que se cruzaron en su vida como Winston Churchill o artistas como Buster Keaton o Paulette Godard, entre otros
Desde el pasado abril y después de dieciséis años de trabajos, esa mansión es un sorprendente museo que exhibe la vida personal, el trabajo y el legado de Charlie Chaplin. Géraldine, de 72 años y que estuvo casada con el cineasta español Carlos Saura de 1967 a 1979, reflexionó sobre el mundo del cine, y señaló que “cuando era joven militaba y pensaba que el cine podía cambiar el mundo, pero ahora veo las cosas muy mal, aunque si una película cambia la actitud de una sola persona ya es fabuloso”.
Con papeles protagonistas en películas como Doctor Zhivago (1965), Peppermint Frappé (1967) o Mamá cumple cien años (1979), la actriz que habitualmente vive entre Estados Unidos y Europa se entusiasma al recorrer por primera vez en muchos años la residencia en la que pasó parte de su infancia y juventud.
“Pienso que a mi padre le gustaría. No sé si aprobaría los muñecos de cera porque él era puro movimiento, pero todo está perfectamente hecho y los trozos de película -proyectados en pantallas colocadas a lo largo del recorrido- que se han elegido son los mejores”, asegura.
Geraldine Chaplin, sorprendida, comenta que los árboles que había visto en esporádicas visitas invadir el elegante salón -debido a que la casa permaneció deshabitada durante varios años- han desaparecido y el mismo mobiliario que decoraba la vida diaria de la familia Chaplin ha vuelto como nuevo a su lugar.
“En cuestión de años la naturaleza lo había invadido todo. En el salón habían crecido árboles, la cancha de tenis se había convertido en un bosque, el techo estaba roto. Yo vi los trabajos de renovación, pero nunca creí en esto del museo por todo el tiempo que tardaba”, recuerda.
Charles Chaplin decidió exiliarse en Suiza en 1952, víctima de las acusaciones del Comité de Actividades Antiamericanas de Estados Unidos que pidió su deportación por relacionarle con el comunismo.